En Perú y América Latina, el catolicismo se encuentra profundamente arraigado en la cultura y en la sociedad, según el historiador peruano Ricardo Cubas. “El catolicismo fue fundamental para el desarrollo de lo que Víctor Andrés Belaunde definió como una “síntesis viviente”, es decir, un proceso de mestizaje social y cultural entre lo hispano y lo indígena-andino, incorporando luego lo africano, lo europeo y lo asiático en la formación de la patria peruana”, dijo.
Para el profesor de Historia de América Latina de la Universidad de los Andes, Chile, “esto no ha producido ni una amalgama informe, ni un mestizaje homogeneizado y uniforme, ni un mosaico de identidades sin vínculos comunes entre sí. Hay una conciencia peruana, pero, como decía el historiador José Agustín de la Puente, hay variadas formas y expresiones de la peruanidad”.
“Esto no significa que en esta diversidad no se hayan heredado taras, conflictos y profundos problemas hasta nuestros días, como es evidente respecto a la persistencia del racismo y la discriminación”, explicó Cubas Ramacciotti, quien además es doctor en Historia de la Universidad de Cambridge.
Según Cubas Ramacciotti, desde el siglo XVI, el catolicismo se arraigó fuertemente en todas las capas sociales, convirtiéndose en un componente básico de las tradiciones de los pueblos. Testimonio de ello son las variadas manifestaciones de la religiosidad popular católica en el país, la mayoría con origen en la cultura barroca-postridentina del Virreinato. La fiesta del Corpus en Cusco, la Semana Santa en Ayacucho, la peregrinación al santuario del Virgen de Chapi en Arequipa o la procesión del Señor de los Milagros son ejemplos de esta realidad.
Pero lo católico no pertenece solo al pasado y al folclore, sino que es una realidad vigente y rica en el país. “Es cierto que hoy vivimos en una sociedad plural, sin confesionalidad del Estado y con una influencia laica mucho más extendida. Sin embargo, el catolicismo peruano de hoy convive en una sociedad democrática como un referente espiritual, ético y social fundamental cuya labor no se restringe al servicio de los católicos sino de todas las personas que habitan el territorio”, explicó.
Si bien, “la fe católica ahora no es de todos los peruanos, tiene ciertamente un papel muy importante en la formación del ethos cultural, en nuestros marcos éticos, en nuestras costumbres y tradiciones”, comenta el historiador peruano. De esta manera, “el cristianismo sigue siendo una parte fundamental, aunque las élites tienden a ser cada vez más secularizadas y más laicas, pero el pueblo sigue siendo cristiano, ya sea católico o protestante”, explica Cubas Ramacciotti.
“Al margen de las discrepancias doctrinales con diversas posiciones y a las muchas incoherencias de los fieles y las autoridades católicas, la fe sigue arraigada en el pueblo y contribuye al bien común a partir de la convicción de la existencia de un Dios misericordioso que es cercano y, al mismo tiempo, de la conciencia del valor y de la dignidad de toda vida humana”, indica el también catedrático universitario, quien agrega que esta fe contribuye al fortalecimiento de los vínculos familiares y comunitarios, y a apela a la conciencia de mirar más allá de nuestras metas económicas inmediatas para velar por el prójimo, especialmente por el más desvalido.
Finalmente dijo que muchos de estos elementos se comparten con las confesiones evangélicas, las cuáles han experimentado un considerable crecimiento en el país durante las últimas décadas. Y resaltó que, después del Concilio Vaticano II, ha habido un proceso de acercamiento ecuménico entre las denominaciones cristianas en el país, con que se han ido desarrollando importantes canales de comunión y cooperación.
A diferencia de otras partes del mundo, el cristianismo sigue siendo parte de la vida cotidiana de la gente. Para Cubas Ramacciotti, su vivencia puede ser laxa o asociada a elementos sincréticos, pero es evidente que aún permanece, tanto en el plano individual como comunitario e institucional. Y se sigue expresando en la labor educativa católica y evangélica, en las extensas obras pastorales y sociales, en las obras de caridad, en la influencia de los obispos y autoridades religiosas, etc.
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