En tiempo difíciles como los que vivimos los peruanos -con la inestabilidad que ha generado en la población la reciente vacancia del presidente Martín Vizcarra- creo pertinente revisar el pensamiento de pensadores peruanos que han tenido sobre nuestra realidad como el es caso de Víctor Andrés Belaúnde.
La mirada positiva de nuestra historia por parte del diplomático y abogado arequipeño, que lejos de ser ingenua, buscó revalorar el proceso de formación y desarrollo del Perú, como lo señala el historiador Ricardo Cubas en su ensayo Víctor Andrés Belaúnde y el debate intelectual en torno a la realidad peruana.
Para Cubas, Belaúnde se distinguió por desarrolló un modelo de interpretación que buscaba la reconciliación del Perú con su pasado y sus tradiciones. Lo original de su pensamiento -explica Cubas- se basó en la renuncia a una visión negativa de la historia para revalorar proceso de formación y desarrollo del país.
La producción intelectual de Belaúnde -25 libros y más de 500 artículos- puede condensarse en dos de su obras: La Realidad Nacional (1930), que cuestionó la perspectiva marxista de Mariátegui en los Siete Ensayos de la Interpretación de la Realidad Peruana, pero en la que también recogió sus aportes.
Y Peruanidad (1943), otra de sus obras, donde revaloró las tradiciones culturales del país, así como sus problemas nacionales: el racismo, la debilidad de sus instituciones políticas, la decadencia moral de las clases dirigentes, la ausencia de ideales colectivos y la exclusión efectiva de la población indígena de la vida pública.
Lo original de Belaúnde -según Cubas- es su propuesta de un modelo de interpretación que asume la memoria histórica del país desde una perspectiva reconciliadora, que reconoce la tradición del indígena del antiguo mundo andino y la tradición española como dos realidades inseparables de la peruanidad.
Por lo tanto, “los períodos preínca, inca, la conquista, el virreinato, la independencia y la república debían ser asumidos y valorados en su justa dimensión, sin negar los aspectos oscuros de cada uno, para poder generar una identidad sólida y poder construir un proyecto nacional”, señala el historiador.
Es así que Belaúnde propuso que el Perú sea una síntesis viviente que implicaba un proceso de mestizaje biológico, institucional, cultural, económico, social y espiritual. Un proceso inacabado que ha incorporado herencias culturales de pobladores indios, africanos e hispanos al territorio peruano.
En palabras de Belaúnde, “la peruanidad es una síntesis comenzada pero no concluida. El destino del Perú es continuar realizando esta síntesis”. Él emprendió un estudio de la realidad peruana desde el punto de vista católico donde reconoció que una comprensión del proceso de mestizaje era fundamental.
Belaúnde también consideró a la democracia como la mejor forma de gobierno en los tiempos actuales, la cual debía basarse en el respeto de la dignidad humana y de las instituciones sociales y políticas empezando por la familia. Asimismo, creía que la construcción de instituciones sólidas permitirían el bien común de la nación.
Finalmente y como aporte de este pensador de la primera mitad del siglo XX, quisiera destacer su mirada articuladora y el esfuerzo por reconciliar el conflicto racial y reevaluar su herencia histórica como algo escencial para desarrollar un plan nacional del Perú moderno.
Que nuestras autoridades tomen de Belaúnde esa mirada positiva para gobernar un país que se muestra fragmentado y más polarizado de lo que realmente es. Miremos lo que nos une, nuestra historia, nuestro pasado, tradiciones y presente con esa mirada cohesionadora y reconciliada para proyectarnos a un futuro mejor.
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