El último domingo de julio, la familia Madueño viajó desde Lima a Viñac, su pueblo natal, no sólo para conmemorar los 200 años de la fundación de este pequeño pueblo de la sierra de Yauyos ubicado a más de 3, 200 m.s.n.m. y para celebrar a su patrón, el apóstol Santiago, sino para bautizar a cinco sobrinos de la familia.
Paloma y Magno, de 13 y 16 años, son los hijos de Gloria Quispe Madueño. Estos hermanos junto a 3 primos recibieron el bautismo en la parroquia Santo Toribio de Mogrovejo en Viñac. Tres hermanas de la Congregación de las Misioneras de Jesús Verbo y Víctima (MJVV) estuvieron a cargo de la ceremonia de bautismo.
Aquel domingo 25 de julio mi sorpresa fue grande no solo al ver la parroquia llena de gente, sino por el trabajo de evangelización de tres religiosas de la Congregación de MJVV, quienes se encargaron de dar el sacramento del bautismo a estos cinco niños y jóvenes y de un responso por el año de la partida del padre de Gloria.
Según la Madre Zoraida, natural del Jaén, con 29 años de vida religiosa y miembro de esta congregación fundada en el Perú en 1961 por el obispo alemán Mons. Federico Kaiser, “nuestro carisma es trabajar en los lugares más alejados, abandonados y pobres donde no llegan sacerdotes”.
Su convento está ubicado en el distrito de Huangascar, en Yauyos, donde residen 6 misioneras. Ellas tienen a su cargo 82 pueblos de cinco distritos de Yauyos, incluido Viñac. Actualmente, la congregación está presente en 25 conventos en todo el Perú, así como en conventos en Chile, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Argentina y Cuba.
La orden religiosa es desde 1982 de Derecho Pontificio, es decir, que depende de Papa y no del obispo de la zona. Las religiosas tienen permiso para celebrar bautizos, matrimonios y dar responsos de difuntos, más no sacramentos de la primera comunión, confirmación ni unción de los enfermos que únicamente pueden hacerlo los sacerdotes u obispos.
A través de una liturgia traen la hostia consagrada por el sacerdote y la reparten entre los fieles. El trabajo de evangelización y de pastoral en Viñac y de 4 pueblos aledaños que tienen a su cargo, es arduo por la falta de sacerdotes y religiosas. Sin embargo, ellas no pierden la alegría ni el entusiasmo que viene con la fe.
Este encuentro con la vida de fe en Viñac fue una verdadera sorpresa. Yo viajaba aquel mismo fin de semana con mi familia al refugio de Viñak, ubicado a escasos metros del pueblo. La festividad de su patrón, el apóstol Santiago, nos congregó y pudimos conocer la vida y costumbres de la gente que vive en la sierra de Yauyos
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