En el 2017, una chica fue violada en una discoteca. El video de seguridad lo registró. Ella estaba inconsciente. La noticia fue recogida por muchos medios y, como era de esperar, se hizo viral.
Podríamos concentrarnos en la noticia. Pero, ¿no deberíamos también analizar los comentarios que en redes sociales se hicieron a esa noticia? Importa, porque como se dice, “el Perú está en los comentarios”. Esos textos reflejan parte de lo que somos y parte de lo que debemos cambiar.
Bajo ese objetivo, Erika Janos y Agustín Espinosa*, analizaron 240 comentarios a la noticia que Perú 21 publicó en Facebook sobre el caso de la chica violada en una discoteca. El artículo, cuyo título es referenciado en el título de esta columna, tiene el mérito de encarar un problema cotidiano: la presencia de un machismo tan fuerte y normalizado que culpa a las propias víctimas de las agresiones que sufren.
Una de las conclusiones más importantes de ese estudio es que, según los comentarios analizados, la culpa es rápidamente atribuida a la víctima. Se trata de una percepción muy común y compartida en las redes (pero, sabemos, también fuera de ese espacio virtual).
La culpabilización de la víctima se manifiesta mediante dos lógicas. De un lado, se minimiza o justifica el acto del violador. Esta primera lógica opera con tal profundidad que el violador casi no es mencionado. Del otro lado, para culpabilizar a la víctima se resaltan las conductas de la víctima que no calzan con el estereotipo de mujer “decente”: consumir alcohol, bailar perreo y asumir que fue sola a discoteca a relacionarse con desconocidos. Cito algunos comentarios recogidos por los investigadores:
“Pero también, para qué toma tanto”
“«Yo creo q parte d lo q paso tiene la culpa la flaka x tomar y no medirse».”
En un segundo grupo de comentarios, se evidencia una valoración moral. La connotación sexual de la violación es resaltada para descalificar e insultar a la víctima. El tono condenatorio y de superioridad moral es agresivo. En esa línea, por ejemplo:
“La violaron por pu**”
“seguro es tremenda pu** y hasta le gustó”
Cuando en los comentarios aparecen los autores de la violación, se hace bajo un tono particular. Se les justifica y legitima. ¿Por qué? Porque se concibe a los hombres como una constante amenaza que se vuelve inminente bajo los efectos del alcohol o drogas (p. 162). El violador es el perfecto salvaje.
Los comentarios señalan que los hombres difícilmente pueden contener sus impulsos sexuales, especialmente si ha consumido alcohol, y peor aún si sus impulsos sexuales han sido activados por la provocación de la mujer. Estamos ante el “violador sano”. Es decir, aquel que comete un delito pero que curiosamente resulta inocente ante los ojos de (parte de) la sociedad.
“De repente este era un pobre arrecho borracho que ya no pudo contenerse”
En esa justificación, el alcohol toma un sitio particular pues se usa para justificar acciones opuestas entre víctima y agresor. En el caso de las mujeres, tomar alcohol las hace pasar de víctimas de violación a culpables. Sucede lo opuesto en el caso de los violadores. Cuando ellos estuvieron bajo los efectos del alcohol, se les exime o en todo caso se les atenúa de responsabilidad.
El machismo es un monstruo sin cabeza. Está en todos y en ningún lado. Se apunta a la escuela y la familia como los espacios para cambiar la forma en que concebimos a las mujeres y a los hombres. Pero ¿qué hay de las generaciones no jóvenes? ¿En qué espacios los cambiamos? ¿Qué roles deben cumplir los medios de comunicación ante comentarios a sus noticias que culpabilizan a las víctimas de las agresiones que sufren? ¿Acaso esos mensajes no refuerzan los estereotipos que debemos cambiar? ¿Qué les decimos a las víctimas y a las que aún no lo son? ¿Qué mensajes les estamos dando a esos agresores?
Estas preguntas no son nuevas. Las actitudes que buscan revelar tampoco.
* Janos, Erika y Agustín Espinosa (2019). “A una señorita no le pasan esas cosas…”. Sexismo y culpabilización de la víctima en comentarios en redes sociales ante una noticia de violencia sexual ocurrida en Lima. En Wilson Hernández (editor), Violencias contra las mujeres. La necesidad de un doble plural. Lima, GRADE. http://bit.ly/34oovME
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