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Ocho pasos hasta el feminicidio

Los hombres que asesinan a sus parejas siguen ciertos patrones hasta llegar al feminicidio. Son ocho y pueden servir para identificarlos.

Hay una ruta hasta el feminicidio que se da en el contexto de relaciones de pareja. Hasta cierto punto, son predecibles a partir del análisis de la conducta en el tiempo de los agresores.

Uno de los modelos sobre la ruta al feminicidio más reciente e interesante es el de Jane Monckton Smith*. En base a su trabajo cuantitativo, cualitativo y su experiencia de campo, llegó a la conclusión que los feminicidas siguen ocho pasos bastante identificables.

En simple, esos ocho pasos hasta el feminicidio forman un patrón predecible porque el hombre tiene una fuerte necesidad de controlar a su pareja, pero al mismo tiempo percibe que como ya no es posible hacerlo lo mejor es matarla. Esto se junta con una constante justificación de la violencia contra ellas y la comprensión que la culpa siempre es de ellas. De ahí que la tristemente frase “si no eres mía, no serás de nadie” sea tan común entre los asesinos de mujeres en el Perú y en el mundo. Es el ejemplo del control ya perdido por el hombre.

| Fuente: Freeimages

En esa línea, Smith señala que hay ocho pasos hacia el feminicidio:

1. Violencia en relaciones previas. Los feminicidas han agredido en sus relaciones previas. Y lo han hecho ejerciendo control coercitivo y conductas de acoso sobre ellas. Este hecho desvirtúa que el problema sea de la pareja. Más bien, lo focaliza en él y en su continuidad como agresor. Pero también es bueno remarcar que no todo hombre con historial agresivo necesariamente lo hará en el futuro.

2. Temprana pasión y posesión en la relación. Los agresores letales no inician la relación con violencia. Más bien, buscan gestar rápidamente un fuerte compromiso en ella hacia la relación. Aceleran el enamoramiento y lo acompañan con frases que al mismo tiempo manifiestan compromiso, pero también posesión: “eres mía”, “estaremos juntos para siempre”. Todo esto encaja dentro de una nociva construcción del amor como pasión y posesión que para ojos del agresor debe hacerse rápidamente para imponer sus derechos y responsabilidades sobre ella.

3. Instalación de mayor violencia. Una vez logrado el compromiso rápido mediante una falsa pasión y posesión, aparecen en él conductas de riesgo: acoso, vigilancia de lo que hace la mujer, paranoia respecto de que ella es infiel, etc. Conductas de este tipo son válidas para el agresor pues en el imaginario social las mujeres no son de confiar. Otros hechos de violencia ya son visibles, incluso la sexual, como formas de castigo, amedrentamiento y control. En no pocos casos, las mujeres ceden a los abusos para “mantener la fiesta en paz”.

4. Gatilladores. Bajo la lógica de control, hay cambios que aceleran la arremetida de agresiones severas. Generalmente, se da cuando las relaciones terminan. Según Smith, por lo menos al nivel discursivo, los agresores señalan que el gatillador del feminicidio es la pérdida del control de la relación y del estatus como hombre que controla la relación.

5. Escalamiento. Se trata de un aumento de la violencia en tres aspectos: frecuencia, severidad o variedad (control, agresiones o acoso). En la mayoría de los casos, el agresor busca recuperar el control o por lo menos lo intenta. Estos intentos no son exclusivamente violentos. También incluyen ruegos, súplicas, llantos, aunque también intentos de suicidios. El fin es no terminar la relación o recuperarla. El signo más claro del escalamiento son las conductas de acoso. La lógica de desconfianza en ellas se mantiene (infieles, putas, quejosas), lo que da pie a que estos agresores consideren sus acciones como legítimas. De ahí que algunos suelen contarles a sus amigos de sus conductas de acoso. Smith señala que esta etapa es clave, pues es más fácil identificar a estos agresores y frenarlos.

6. El inicio del pensamiento feminicida. El pensamiento feminicida parece instalarse en la última fase del escalamiento de la violencia. El hombre siente que ya perdió el control, probablemente porque ella ya no regresará con él. Lejos de pensarse resignado, estos futuros feminicidas piensan que viven una injusticia. Culpan a la víctima y piensan que la sociedad ampararía su pensamiento. Entran en modo de venganza. La decisión de matarla es fruto de este cambio emocional anclado en su comprensión irreal de lo que pasó con su relación. Muchos atacan con ánimos de letalidad, pero no todos lo logran. Hay un tema de oportunidades. En otros casos, ellas ceden y deciden regresar con su agresor, disminuyen pero no eliminando el riesgo de feminicidio.

7. Planificación. Es el acto propio de planificar el asesinato. Los hechos que evidencian la planificación se identifican luego de la muerte. Hacerlo antes es muy difícil. Mientras que algunos feminicidas escriben con puño y letra cómo asesinarán a su pareja, otros buscan en internet cómo hacerlo, en tanto que otros se concentran en la logística para preparar los insumos necesarios para ejecutar el delito.

8. Homicidio. Es la ejecución misma del feminicidio. La violencia empleada parece no guardar mayor relación con la violencia previa en la relación. Pero lo que sí es cierto es que el feminicida sí ha pasado por todas estas etapas.

No toda ruta hasta el feminicidio es secuencial. Smith señala que hay giros importantes que hacen que el agresor pase de una ruta de violencia no letal a una feminicida. Episodios de frustración, enfado o ira son gatilladores de ese cambio de ruta.

En ese sentido, el feminicidio no es una acción espontánea sino planificada. Para el agresor, es una salida, solución o alivio. El reto que nos queda pendiente es cómo identificarlos y anticiparlos. Y esta tarea angustia, pues es como encontrar una aguja en un pajar.

* Smith, J. M. (2019). Intimate Partner Femicide: Using Foucauldian Analysis to Track an Eight Stage Progression to Homicide. Violence Against Women. Disponible en http://bit.ly/34zdVCM

NOTA: “Ni el Grupo RPP, ni sus directores, accionistas, representantes legales, gerentes y/o empleados serán responsables bajo ninguna circunstancia por las declaraciones, comentarios u opiniones vertidas en la presente columna, siendo el único responsable el autor de la misma.

Investigador adjunto de GRADE, con especialidad en seguridad ciudadana, violencia de género y justicia. Maestro en Estudios Comparados de Desarrollo de la Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales de París.

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