Todo indicaba que esta final de la Copa Libertadores iba a pasar a la historia por su calidad, sin embargo diferentes hechos le quitaron brillo.
La histórica final de la Copa Libertadores entre River Plate y Boca Juniors, centenarios archienemigos argentinos, quedó empañada por incidentes que obligaron a que sea pospuesta en dos ocasiones: en el partido de ida y de vuelta.
En el primer enfrentamiento que se dio en La Bombonera, el duelo estaba pactado para el sábado 10 de noviembre, pero por las fuertes tormentas que inundaron el estadio se tuvo que reprogramar para 24 horas después.
La segunda final estaba prevista para este sábado pero malos hinchas de River Plate atacaron al bus de Boca Juniors, provocando algunas lesiones en los jugadores. El autobus que transportaba al plantel auriazul al estadio Monumental fue atacado con piedras, palos y gas pimienta por cientos de fanáticos rivales que esperaban en una curva de una calle cercana al escenario.
Varios jugadores xeneizes, entre ellos el capitán Pablo Pérez, resultaron con laceraciones en los rostros y los brazos producto de los vidrios rotos y los artefactos peligrosos que ingresaron al micro.
Según las imágenes de televisión de varias cadenas deportivas, el vehículo ingresó al estadio con varios vidrios laterales rotos y los jugadores, una vez descendieron, iban tosiendo y con los ojos llorosos por efecto de los gases.
"Esta es una final increíble, fantástica, espectacular. Esto es como una final del mundo", había dicho el viernes en Buenos Aires el presidente de la FIFA, Gianni Infantino. Todo esto se ha visto opacado y pasará a la historia como un triste episodio del fútbol sudamericano y argentino.
Ni el más atrevido optimista imaginó que la edición 59 de la Copa Libertadores, tendría como epílogo uno de los grandes clásicos del planeta fútbol, considerado el más pasional por el fervor de sus hinchadas. Esto paralizó al mundo pero ahora los actos vandálicos han sido los protagonistas.
El fervor de las hinchadas es el condimento de esta centenaria rivalidad entre Boca Juniors y River Plate, uno de los clásicos más vistos y el más popular en el mundo. Desde 2013 rige en Argentina una prohibición para que las hinchadas visitantes acompañen a sus equipos debidos a recurrentes hechos de violencia.
Boca Juniors ha hecho de esta Copa una obsesión, pues persigue el séptimo título para igualar al también argentino Independiente como los máximos ganadores de la Copa Libertadores, mientras que River Plate, que ganó la última hace tres años, busca su cuarta corona.
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