El desempleo puede producir en el individuo situaciones de estrés, ansiedad, depresión o angustia; también la posibilidad de reinventarse y proyectarse hacia otras posibilidades.
El fantasma de perder el empleo, de apartarse del lugar donde laboró por muchos años, o sentir el temor e incertidumbre de qué es lo que pasará mañana, es un problema recurrente que se da en las personas en todo tiempo y lugar.
Por lo general, el hecho de gozar de un trabajo remunerado le da la satisfacción al hombre o la mujer de tener un cierto estatus, un nivel de independencia, y obtener una posición social.
Al mismo tiempo le permitirá organizar su vida, relacionarse con otras personas a nivel de pareja, familia y sociedad, y de un modo u otro proyectarse para alcanzar sus metas y aspiraciones de crecimiento y desarrollo.
¿Qué impacto emocional se produce en la persona que pierde su empleo?, ¿de qué manera esta situación repercute en sí mismo y en quienes dependen de él, como su familia?
Evidentemente, el desempleo producirá en el individuo diversos estados de índole físico y emocional, como situaciones de estrés, ansiedad, depresión, irritabilidad, alteraciones en el sueño, desorden alimentario.
Además, no afecta por igual a todas las personas, pues no es lo mismo en una persona joven e independiente que ha perdido su empleo con un padre de familia que tiene que hacer frente a los gastos familiares. El hecho de dejar de aportar económicamente al hogar, lo hará sentirse impotente y frustrado, hasta que encuentre otras soluciones.
A nivel de pareja se pueden agudizar los conflictos y tener problemas en su vida sexual. Es posible que sufra de trastornos psicosomáticos, y principalmente cardiovasculares y digestivos.
Si la persona no ha tomado las previsiones del caso o no cuenta con otros recursos con qué cubrir esa etapa temporal sin actividad laboral -además de tener una carga familiar por quién responder-, puede entrar a una etapa de aislamiento, vergüenza, baja autoestima, y atribuirse la culpa de su situación actual.
Este nuevo contexto alcanzará también a su núcleo familiar y devenir en inseguridad y crisis. El estilo de vida se verá alterado y la familia deberá ajustarse a un nuevo ritmo de gastos, organizar mejor su economía, postergar sus proyectos a mediano o largo plazo, entre otros.
Si además de toda esta coyuntura, la familia ha estado debilitada por problemas inherentes a la convivencia de pareja, como discusiones, conflictos permanentes, incomprensión, celos, infidelidad o maltrato, por citar algunos, el desempleo de uno de sus integrantes solo ahondará el problema y la relación resquebrajarse.
Se han dado también otras situaciones que ante la adversidad, cuando la persona piensa que ha tocado fondo, surge un impulso interior como mecanismo de defensa, que le permite tomar conciencia de lo que está experimentando para ver las cosas desde otra perspectiva y levantarse. En ciertas circunstancias, la familia se ha sentido más unida que nunca, y apoyándose juntos han logrado superar la crisis.
Si bien la pérdida del empleo ocasiona un trauma psicológico y conlleva a una serie de emociones y conductas; también le da a la persona la oportunidad de abrirse a nuevas oportunidades que antes no había contemplado o tenía postergadas, para superarse.
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Producción: Amelia Villanueva Ramirez
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