Son muchos y variados los motivos por los que un hombre se puede plantear la paternidad pasados los 40 años. Esta es una situación que, de partida, no debe ser problemática. Sin embargo, hay algunos aspectos característicos en la mayoría de los casos que conviene tener en cuenta.
Puede ser que los padres lleven bastante tiempo intentando tener hijos pero por diversas dificultades biológicas se haya ido retrasando hasta obtener la ayuda médica necesaria que lo ha hecho posible. Será con certeza un hijo muy deseado, lo que puede condicionar algunas cuestiones futuras, como por ejemplo una tendencia a sobreproteger o mimarlo demasiado.
Por otro lado, puede ser un embarazo no deseado, que ocurre sin esperarlo. En este caso entran en juego otros aspectos, relacionados con la forma en que los padres se toman la noticia y cómo van aceptando y deseando al nuevo bebé.
La principal diferencia entre un padre de 25 años y uno de 40 será la vitalidad y la paciencia para dedicarse a su hijo el mayor tiempo posible. Así nos lo explica Juan Pedro, “en el caso de los primerizos el cansancio, la costumbre de tener todo el tiempo para ellos, el tipo y horario de trabajo, pueden influir en el sentido de que se produzca un cambio ciertamente radical que resulte difícil asumir, pero que en todo caso será transitorio”.
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