Este primer taller esta dirigido a niñas y niños de 5 a 12 años de edad. “Mi abuelita se dedicaba a esto, es una tradición y qué bueno que amemos nuestras costumbres", contó Itala, una de las niñas participantes del curso.
En un pequeño rinconcito de Monsefú, ubicado a 20 minutos de la ciudad de Chicayo, región Lambayeque, un grupo de valientes artesanas ha emprendido la difícil tarea de conservar su legado más importante: el bordado a mano. Y qué mejor idea para perennizar este saber popular, que trabajar con los niños de la localidad, para enseñarles las mejores técnicas de este ancestral oficio, heredado de generación en generación.
Las mujeres trabajadoras agrupadas en las asociaciones: “Arte y Cultura Monsefuana” y “Manos Monsefuanas” han separado todas sus tardes para adiestrar a los menores paso a paso y no solo convertirlos en expertos del bordado, sino enseñarles el amor por la identidad y la cultura monsefuana.
“Estas actividades manuales les ayudan a los niños a fortalecer nuestra costumbre que por tantos años hemos guardado. Podríamos decir que este es el primer semillero de niños artesanos, en toda la región, dedicados al bordado a mano. Nuestro Proyecto es grande, porque queremos este año lanzar la “Feria del niño artesano”, donde ellos mismos hagan sus trabajos y los expongan al público” contó la gestora de esta iniciativa, Jackeline Ayasta.
Paso a paso hasta lograr lindos acabados
Siempre guiados por las experimentadas artesanas, los niños empiezan realizando dibujos en servilletas de tela y poco a poco aprenden las técnicas básicas de punto lleno y punto atrás. Combinado colores con hilo industrial, rellenan figuras de flores, peces y otros íconos representativos de la zona, eso sí, a todos les colocan el nombre distintivo de “Monsefú”, como marca principal de artesanía de calidad.
Y pese a que al principio, algunas pinchaditas con la aguja intentan desalentar a los pequeños, la motivación y empuje de las experimentadas artesanas, hace que los niños pasen horas y horas bordando.
El bordado no solo es para mujeres señala Margarita Gonzáles, artesana con más de 30 años de experiencia en estas artes. Con la sabiduría que da la experiencia, está segura que con esta actividad se rompe también este mito y prejuicio. Ahora niños desde los cinco años ya saben coser y dejan de ser dependientes del seno materno.
“Los niños desde pequeñitos empiezan a coser, ya saben colocar un botón de su camisa, hacer un bordado y ya no estar dependiendo de la mamá. Además en un futuro pueden tener una idea de negocio. La tecnología te da ventajas, pero nada es más bonito que amar tus costumbres”,| expresa.
Niños que aman su patrimonio
La pequeña Itala de 10 años cuenta que son las mejores vacaciones útiles que ha tenido, porque a través de los colores de los hilos expresa lo mejor de su personalidad. “Mi abuelita se dedicaba a esto, es una tradición y qué bueno que amemos nuestro patrimonio y todas las costumbres. Me gusta mucho los colores y puedo transmitir todo mi arte”, nos cuenta mientras termina de border unos tulipanes (flor característica de Monsefú).
Otros como Kaleb, Emanuel, Sandra y Julio contaron que esta actividad la realizan como jugando. Todos dejaron a un lado la tablet y el cellular y ahora pasan sus tardes con agujas, hilos y telas.
Los niños ya han diseñado sus primeras servilletas y terminarán pronto la primera fase de su curso habiendo bordado un tapajarra. Con el pasar del tiempo estarán preparados para bordar vestidos, camisas, alforjas, manteles, pañuelos, etc.
Piden más Ferias de Artesanía
La artesana Rudencinda Tarrillo aprendió a bordar desde que tenía 9 años. Ella pidió a las autoridades locales y regionales apoyar más al artesano y promover ferias donde puedan vender sus productos y tener las facilidades de que su trabajo sea conocido por turistas nacionales y extranjeros.
“Necesitamos más ferias. El artesano necesita más apoyo de sus autoridades”, enfatizó. El bordado monsefuano es reconocido en todo el Péru, por sus finos acabados y colores. En la localidad hay 5 asociaciones y 10 talleres que conservan estos retoques de cultura viva. Y no es para menos en la “Tierra de las Flores”, donde el arte, la gastronomía y la música son una perfecta mixtura, para deleitarse.
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