Hace tiempo se dijo que: “El alcohol no crea los vicios, sino que los pone en evidencia”. Entre nosotros, además de habernos causado enfermedades y muerte, el Covid, también ha demostrado muchas de nuestras miserias, tal como el abandono por muchos gobiernos de nuestro sistema de salud.
También se reveló un liderazgo inadecuado al reto: voluntarismo, poca capacidad para asesorarse y escuchar, desconocimiento de nuestra realidad, recursos y organización, malas decisiones o mala ejecución y, finalmente, se apeló a las mentiras para calmar a la ciudadanía.
¿Qué debió hacerse?
Lo primero era organizarse y, si es verdad que enfrentamos algo parecido a una guerra, eso no debe quedar como anécdota, sino que debe conformarse un comando y reunir a los mejores especialistas (infectólogos); pero, también a representantes de las instituciones involucradas, para una buena toma de decisiones.
Tal comando, debe tener a la cabeza a una persona con especiales capacidades y que además se le otorguen facultades de decisión; sin perjuicio de reservar las más relevantes al presidente.
Además, se deben generar subcomandos al interior de las regiones, encabezados por los gobernantes regionales, y lo mismo a nivel de municipalidades provinciales y distritales; y una oficina de monitoreo que debe recibir y concentrar las informaciones, como banco de datos al día y a disposición, para la toma de decisiones.
Se tiene que clasificar al país, zona por zona, de modo que se conozca previamente las actividades productivas, y en cada una de ellas, generar equipos asesores de los comandos: economistas, empresarios, trabajadores, médicos, autoridades etc. De modo que se puedan anticipar cálculos económicos y sobre la disciplina, organización o rebeldía de las personas y evitar paralizaciones innecesarias.
Igualmente, debe clasificarse las zonas en que las personas tienen trabajos informales, vale decir que trabajan en el día para comer, pues en caso de cuarentena serán zonas que requerirán ayuda urgente y hay que planificarla, con apoyo del Ejército. También verificar las capacidades de organización, como para ollas comunes y poder centralizar las donaciones por grupos familiares o vecinales.
Preparándonos
Conformar en las regiones que sea posible, equipos de respuesta rápida (con especialistas alternativos y permanentemente orientados), para identificar al nuevo covid (pacientes uno) y hacer cercos epidemiológicos, para conseguir aislar a quienes tienen el virus e impedir su propagación. Hacer el seguimiento clínico, con apoyo de voluntarios, estudiantes universitarios (quizá escolares del último año también), mediante trabajo a distancia.
Recopilar las acciones preventivas exitosas y sus contextos: Vietnam y Corea del Sur. Europa nórdica, a través de una oficina de seguimiento de buenas prácticas, también nacionales.
Fortalecer el sistema de atención de primer nivel a los ciudadanos. Pedir a las regiones cuadros de requerimientos mínimos para mejorar y ampliar los servicios de salud, con miras a enfrentar un rebrote o nuevo covid.
Generar un sistema para impartir preparación de emergencia a través de cursos rápidos (combinar distancia y presencial), para capacitar intensivistas, manejo de instrumental en camas UCI y preparar enfermeras, para apoyo.
Realizar la instalación urgente de plantas generadoras de oxígeno medicinal, centrales de oxígeno y grupos electrógenos. Requerir donaciones a empresas privadas en cada región.
Difundir en paneles y a través de volantes: buenos hábitos alimenticios, ejercicios físicos, actividades a realizar para fortalecer las defensas y evitar el estrés y alimentos que ayudan a prevenir.
Promover investigaciones sobre productos, tales como la Ivermectina y otros, de modo que con conocimiento se pueda recomendar los casos y dosis que podrían ser benéficas.
Respecto la vacuna, se preferirá la preparada bajo métodos tradicionales. Y se promoverá económicamente la vacuna peruana, que se trabaja en la Universidad Cayetano Heredia.
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