“Te veo”, tercer largometraje de Adam Randall, se estrenó en el 2019 en algunos festivales antes de la pandemia. Hace unas semanas, Netflix la sumó a su catálogo y consiguió ocupar el primer puesto de las producciones más vistas en Perú.
“Te veo”, film de Adam Randall disponible en Netflix, inicia mostrándonos una pequeña y apacible ciudad de los Estados Unidos. Sin embargo, esta aparente calma se ve alterada debido a la misteriosa e inexplicable desaparición de un niño de la zona, lo que abre perturbaciones del pasado. La investigación del caso recae sobre el policía Greg Harper (Jon Tenney) y, a partir de entonces, la película nos lleva por senderos confusos con secuencias de apariencia sobrenatural que mantienen cautivado al espectador, hasta llegar a interesantes giros argumentales gracias al ingenioso guion de Devon Graye.
Dos ambientes resaltan en "Te veo": el imponente bosque donde ocurre la desaparición y una casa enorme. Pero es en este segundo espacio donde Randall concentra lo más destacable del film, pues entre estas paredes se aloja una familia de aparente perfección que esconde su disfuncionalidad: ira, decepción, infidelidad y humillación envuelven al investigador, su esposa Jackie (Helen Hunt) y su hijo Connor (Judah Lewis). A ello se suman sucesos extraños que experimentan cada protagonista, todos ellos filmados con planos fríos, secos, de aspecto pulcro, pero marcados por la oscuridad.
Sin embargo, a medida que "Te veo" se desarrolla, se vuelve una producción irregular. Dos flaquezas son las más notorias. La primera, relacionado a la actuación de Helen Hunt, quien se muestra con un rostro inexpresivo y con movimientos corporales desganados, casi fantasmales, que se tornan desesperantes. La segunda, la banda sonora de modulaciones tétricas, que por momentos es invasiva y redundante, especialmente cuando quiere resaltar la tensión. Para Randall, no existe angustia sin estruendo.
Un aspecto que llena de interés en esta cinta del catálogo de Netflix son los potentes travellings, algunos aéreos y otros frontales, que dotan al filme de un halo de religiosidad. Como si un Dios que todo lo ve presenciara las acciones de estos pecadores. Una mirada que se afianza en el final, con un plano cenital en el que la cámara se va alejando de este pueblo que descubrió al verdadero mal que pudre todo.
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