El concepto de Valor Compartido considera que la rentabilidad de una empresa está directamente conectada con la prosperidad de su entorno; y esa prosperidad requiere el combate a la corrupción.
Según la ronda más reciente del Barómetro de las Américas, el 36% de los peruanos considera que la corrupción es el problema más importante en el país. Esta encuesta, realizada en 2019, sitúa a Perú como el país más preocupado por el tema en todo Latinoamérica, lo que también representa un cambio radical en relación al 2006, donde sólo un 7% de peruanos declaraba a la corrupción como un problema.
Esta percepción no recae sólo en el sector público; también ha llegado a afectar al sector privado. En 2020, la exministra de Economía y Finanzas, Maria Antonieta Alva, sostuvo que la desconfianza en el sector privado se había incrementado a raíz de la crisis de corrupción pública y que se necesitaba urgentemente reconstruir una relación de confianza.
¿Cómo hacerlo? Primero, es importante reconocer que tanto el sector público, el privado y la población deben participar activamente para erradicar este mal. Así sostiene Elena Conterno, presidenta de IPAE Asociación Empresarial. “[Esta participación] parte denunciando cualquier acto que vaya contra la ética y la transparencia”, comenta.
Pero también es importante que los consumidores empiecen a demandar empresas certificadas en políticas anticorrupción e integridad a la hora de tomar decisiones de compra. “De tal manera, ello puede ser un aliciente que nos permita avanzar más rápido en tener más empresas certificadas”, agrega.
¿Cuál es el rol del Valor Compartido en la lucha anticorrupción?
El concepto de Valor Compartido hace alusión a las iniciativas que mejoran la competitividad y rentabilidad de una empresa, pero que también mejoran las condiciones económicas, sociales o ambientales del entorno que operan. Para lograr esto último, sostiene Conterno, un punto de partida es actuar con integridad, con políticas y procesos anticorrupción.
“Si como empresa queremos tener éxito en solucionar problemas sociales o ambientales de la sociedad, debemos en primer lugar operar con integridad. De lo contrario estaríamos creando problemas en nuestra sociedad y no solucionándolos”, explica.
Así, el Valor Compartido tiene muy en cuenta que la rentabilidad de una empresa está directamente conectada con la prosperidad de su entorno; y esa prosperidad requiere el combate a la corrupción.
En esa línea, Conterno propone tres medidas que se deben tomar en cuenta para promover el cumplimiento de las políticas anticorrupción dentro de las empresas, frente a los directivos y a los colaboradores.
- Se debe promover una cultura de integridad en toda la organización, en la que desde el gerente general y el directorio se vea un fuerte compromiso en la lucha contra la corrupción.
- Contar con buen programa de cumplimiento que incluya controles adecuados, capacitación y sanciones.
- Poner especial atención en reclutar a las personas correctas, y como parte de la sociedad, educar en integridad.
“Actuar con integridad genera confianza y permite, por tanto, relaciones de largo plazo y de alta confiabilidad con proveedores, clientes, reguladores y comunidad. Es un primer paso para tener legitimidad social”, finaliza la especialista.
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