El 7 de mayo del año 2021, el Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Concytec), nombró un Comité de Expertos de Alto Nivel con la finalidad de identificar las causas más relevantes que generaron que el Perú tenga la mortalidad más alta del mundo por la pandemia de la COVID-19. Dicho Comité, presidido por el ingeniero Fernando Villarán, presentó su informe hace pocos días. Sin duda alguna el mencionado documento contiene información valiosísima que debe ser tomada como de alta prioridad por el gobierno de Pedro Castillo.
El informe arranca con una cifra escalofriante, señala que al 18 de julio del presente año, el Perú registraba oficialmente 5915 muertes por millón de habitantes, la cifra más alta a nivel mundial. Si bien es cierto que las metodologías de medición difieren y que nuestro país ha sido el primero en sincerar sus cifras, esa misma fecha otros países latinoamericanos presentaban los siguientes resultados: Colombia 2285 fallecidos, Chile 1805 muertes, Ecuador 1244, Bolivia 1495 y Brasil 2550. Como se puede apreciar la diferencia entre el Perú y países de similar desarrollo es de sumamente amplia ¿A qué se debe esto? Villarán y el Comité de expertos agrupan las causas en dos grandes grupos, causas estructurales y las causas coyunturales. Por temas de espacio, en este artículo nos ocuparemos de las primeras, dejando las segundas para más adelante.
La primera causa estructural tiene que ver con la extrema debilidad de la salud pública. El documento indica que, en los amaneceres de la pandemia, nuestro país mostraba una situación sumamente precaria, apenas tenía 29 camas UCI por cada millón de habitantes, mientras que Brasil contaba con 206, Colombia 105, Chile 73 y Ecuador 69. La segunda causa estructural fue la inconsistencia del Estado. El informe señala que fue sumo complicado para el Estado llevar a cabo algo que en el papel es aparentemente sencillo, adquirir o invertir en la implementación de plantas de oxígeno. Variables como la deficiente gestión estatal y la débil descentralización pública contribuyeron con la alta mortandad, dado que el oxígeno era sumamente escaso. Tercera causa, vivienda y transporte precarios, la ausencia de políticas de vivienda generó que los migrantes que llegaban a las ciudades ocuparan terrenos en forma desordenada e ilegal, en asentamientos humanos promovidos generalmente por traficantes de tierras. El resultado, millones de personas viviendo en condiciones infrahumanas, sin agua, desagüe, o electricidad, en edificaciones altamente hacinadas. Por otra parte, el transporte público informal, con bajísimos estándares de calidad en el servicio contribuían al hacinamiento y por ende al contagio.
Cuarta causa, la informalidad laboral. De acuerdo con el informe, antes de la llegada del Coronavirus, el 72.7 % de la población ocupada tenía un empleo informal, vale decir sin acceso a un salario, a una jubilación, a seguro de salud, vacaciones, etc. En estas condiciones es prácticamente imposible mantener una cuarentena, dado que los ingresos se generan día a día. Quinto factor estructural, la incapacidad productiva nacional, el documento señala que el Perú importó prácticamente todos los equipos y medicamentos, y al ser nuestro país un mercado pequeño y no atractivo, los equipos de protección y ventiladores demoraron meses en llegar. El informe señala que en 1990 la industria significaba 16 % del PBI, hoy es apenas 12 %. Sexta causa, la alimentación deficiente, el reporte señala que la población peruana padece desde hace mucho tiempo desnutrición crónica y anemia, y al mismo tiempo obesidad y diabetes. La pandemia hizo evidente la ausencia de una política alimentaria, que ponga el acento en la prevención de la obesidad de la niñez. Para Villarán y el Comité de expertos resulta inexplicable la inexistencia de una política alimentaria, si tomamos en cuenta la megadiversidad del Perú.
Séptimo y último factor estructural, la desigualdad. De acuerdo con el documento, apenas 2.8 % de las personas con algún tipo de seguro de salud han fallecido, mientras que el 28 % de las personas no aseguradas fallecieron por el virus. De igual forma, en Lima Metropolitana la mortalidad fue mucha más alta en el 20 % de los habitantes más pobres, que en el 20 % de los niveles socioeconómicos más favorecidos.
A manera de conclusión, la evidencia recabada por Villarán y el Comité de expertos señala inexorablemente que el país necesita un cambio total, una refundación. Las actuales reglas del juego nos han llevado a tener el peor desempeño del mundo de cara a la pandemia. El gobierno entrante debe tomar nota y actuar en consecuencia.
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