Mario Vargas Llosa señala acertadamente que el nacionalismo no es otra cosa que una ideología de corto vuelo, que esconde en su seno prejuicios étnicos y racistas. Según este laureado escritor, el nacionalismo y su prima hermana la xenofobia, son siempre semillas de violencia. De acuerdo con el nobel peruano, el nacionalismo y la religión son los causantes de las peores carnicerías de la historia.
Desgraciadamente, hace unas semanas vemos una ebullición de xenofobia, o rechazo a lo extranjero, en varios segmentos de la sociedad peruana. Este comportamiento vergonzoso no guarda coherencia o relación alguna con la actual situación de la comunidad venezolana en nuestro país. Más bien se están creando fantasmas que irresponsablemente se han exacerbado debido a las próximas elecciones generales de abril.
El Instituto de Opinión Pública PUCP ya alertaba sobre esta situación. De acuerdo con encuestas llevadas a cabo por esta casa de estudios, el 2018, el 74 % señalaba que “los venezolanos que han llegado al Perú son personas muy agradables”. El 2019, esa percepción disminuyó al 57.6 %. En igual sentido, el 2018 el 73.5 % afirmaba que “la mayoría de venezolanos…son personas trabajadoras y emprendedoras”, un año después este porcentaje cayó a 51.6 % ¿A qué se debe esto? Existen varias causas, sin embargo, quiero destacar dos, la primera es la percepción que los venezolanos son responsables por la creciente ola de delincuencia. La segunda es que los venezolanos “quitan el trabajo a los peruanos”.
Es relevante destacar que de acuerdo con el Banco Mundial, actualmente hay 1.2 millones de migrantes y refugiados venezolanos en el Perú. De ese universo, el 94 % trabaja básicamente en la informalidad. Es decir, sufren las mismas penurias que los peruanos, pero agravadas. Por otra parte, el INEI en un estudio publicado en el 2019, destaca que El 57,9 % de la población venezolana tiene educación superior, pero solo el 2,9 % de ellos homologó sus grados y títulos, debido, principalmente, a los altos costos que este procedimiento implica. A su vez el 20 % de la población venezolana tiene estudios en carreras técnicas.
En relación con el tema más álgido, el de la inseguridad ciudadana, el INPE en su informe estadístico de diciembre del 2020, indica que actualmente hay en total 86 mil 955 personas privadas de su libertad. De ese universo, 2 mil 284 son internos extranjeros. En otras palabras, el 98 % de las personas que están en la cárcel son peruanos y alrededor de los 2 % foráneos. En este sentido hay 976 venezolanos en prisión de un millón 200 mil migrantes o refugiados, una cifra sumamente baja.
Por otra parte, si comparamos el comportamiento de los peruanos en otros países, nos llevaremos algunas sorpresas. En Argentina, el Servicio Penitenciario Federal (SPF) indicó que el 6 % de los presos son extranjeros, equivalente a 2658 personas, de los cuales 963 son peruanos. Sin embargo, la colonia peruana en Argentina se calcula en 200 mil personas aproximadamente. De igual forma, el Compendio Estadístico Penitenciario de Gendarmería de Chile del 2019, el último publicado en su portal web, indica que hay 2561 extranjeros privados de libertad en dicho país, de los cuales 690 son de nacionalidad peruana. Es importante recordar que la colonia peruana en Chile se calcula en 235 mil personas. Como se puede ver, proporcionalmente hay más peruanos en cárceles en Chile y Argentina, que venezolanos en cárceles peruanas.
El otro tema espinoso es el laboral. De acuerdo con un estudio del BCRP, el 2019 llegaron al país 3 mil 326 millones de dólares en remesas, cantidad superior en 3.13 % con relación con el 2018. En otro estudio del 2010, el INEI señaló que los hogares peruanos que reciben remesas del extranjero han registrado una reducción en los índices de pobreza de 17.8 % en el 2002 a 7.5 % en el 2009. El IEP (2005) ya había identificado que los hogares receptores de remesas se encuentran, en general, en una mejor situación en cuanto a acceso a servicios, niveles de ingreso, y gastos en salud, educación y alimentación, que los hogares que no reciben remesas. En otras palabras, un importante bolsón de personas que se benefició del dinero enviado del extranjero, hoy rechaza que los foráneos en nuestro país hagan lo mismo, una gran contradicción.
A manera de conclusión, es de vital importancia que el gobierno peruano diseñe una estrategia clara que permita que el país se beneficie de la migración venezolana, aprovechando de manera inteligente el recurso humano que ha llegado, especialmente en zonas vulnerables con poca presencia del Estado. Un tema urgente es identificar médicos, internistas y enfermeras en ese millón de migrantes. ¿Qué estamos esperando?
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