La minería ilegal es uno de los retos más trascendentales y difíciles que enfrenta el Estado peruano en el siglo XXI. Algunos datos prepandemia mostraban un panorama sumamente desolador. De acuerdo con cifras del gobernador regional de Madre de Dios son aproximadamente 40 mil mineros ilegales los que operan en la región, aunque la cifra real tiende a ser mucho mayor. De igual forma, según datos del Centro de Innovación Científica Amazónica (CINCIA), son aproximadamente 80 mil hectáreas de bosque amazónico las arrasadas en el citado departamento. En la zona más crítica, conocida como La Pampa, la destrucción alcanza las 11 mil hectáreas. Las consecuencias que tiene la minería ilegal de oro son devastadoras en prácticamente todas las dimensiones: a nivel ambiental, un estudio del 2012 de la Autoridad Nacional del Agua (ANA), ya daba cuenta que los ríos de Madre de Dios eran los más contaminados del país.
El Ministerio del Ambiente (MINAM) halló que, durante el 2015, la minería aurífera había vertido 40.5 toneladas de mercurio a los ríos de la región, lo que equivale al 5.6% de las emisiones de mercurio que usa la minería artesanal a nivel mundial. Recordemos que el mercurio es un metal pesado sumamente tóxico que no puede ser degradado o destruido. De acuerdo con el Ministerio del Ambiente (2011), el Perú es el mayor importador de mercurio de Sudamérica, siendo su principal uso la minería artesanal y pequeña minería. Entre los terribles efectos que produce la exposición al mercurio en los seres humanos podemos mencionar: daños irreversibles al cerebro y al sistema nervioso central y al cerebelo; también causa abortos, malformaciones congénitas y afecta el desarrollo psicológico y físico de los niños. Es importante recordar que los daños al sistema nervioso son mucho más graves en niños que en adultos.
Por si fuera poco, otra manifestación crítica de la minería aurífera ilegal es el uso de las dragas. Estas máquinas extraen oro removiendo enormes cantidades de material de las riberas y del fondo de los ríos. Su impacto en el medioambiente es catastrófico, dado que remueven enormes cantidades de sedimentos, alteran gravemente el cauce natural de los ríos y arruinan los hábitats de muchos organismos acuáticos.
A nivel social también se pueden identificar aspectos sumamente nocivos de este tipo de minería, como: la trata de personas con fines laborales y de prostitución, la explotación de menores, la aparición de asentamientos precarios en zonas de gran diversidad biológica, la proliferación de enfermedades de transmisión sexual y el alcoholismo, solo por mencionar algunos.
Existe el riesgo que la llegada de la COVID-19 promueva y fortalezca la presencia de la minería ilegal en Madre de Dios y en el resto del país. Subrayo tres factores a considerar: El primero tiene que ver con el precio internacional del oro. Debido a la incertidumbre económica que ha generado la crisis sanitaria, los inversionistas se están refugiando en valores considerados seguros. En lo que va del año el precio del oro se ha incrementado 35%, superando la barrera psicológica de los 2 mil dólares, rompiendo todos los récords vistos durante el súper ciclo de las materias primas. Un precio tan alto del oro puede interpretarse como una buena noticia y un incentivo para los mineros ilegales, pero una mala noticia para el medioambiente.
Un segundo factor, tiene que ver con el desmoronamiento del mercado laboral peruano. De acuerdo con el INEI, desde inicios de la pandemia se han perdido 6.7 millones de empleos, una contracción de casi 40% respecto al 2019. De igual forma, la situación del campo se ha vuelto crítica y muchas cosechas se han perdido por falta de financiamiento, de acuerdo con cartas públicas elaboradas por diversos gremios agrarios. Al no haber opciones de empleo, es factible que un importante porcentaje de la población busque sobrevivir en este tipo de actividades con gran retorno económico.
Finalmente, el colapso del sector turismo también es un factor a considerar. Muchos hospedajes ecológicos servían como “contención” y alerta ante la expansión de la minería ilegal. De igual forma eran una alternativa de empleo para la población. Empero, debido a la COVID-19 se prevé una caída de 79,4% del turismo internacional y 69.8% del turismo nacional para el presente año (Mincetur, 2020). Al quedarse sin turistas y sin ingresos, muchos hospedajes ecológicos tendrán que cerrar, facilitando la expansión de las actividades ilegales auríferas.
A manera de conclusión y ad portas de un proceso electoral, es prioritario que los candidatos presenten públicamente sus estrategias para enfrentar a la minería ilegal. La salud de los peruanos y la preservación del medioambiente están en juego.
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