En estos momentos de crisis por la cuarentena que la mayoría de países ha dispuesto debido a la pandemia de COVID-19 no puedo dejar de pensar que una fracción, la económica, se produce por el cambio obligado de nuestro consumo, priorizando lo estrictamente necesario.
Obviamente, esto no quiere decir que uno deba vivir consumiendo bienes de primera necesidad de manera permanente, ni que sea una buena idea hacerlo, pero sí abre una ventana al análisis de lo que es realmente importante.
Para Abraxas Magazine, solo son esenciales los productos de primera necesidad, aquellos que las personas necesitan para subsistir (productos alimenticios, bebidas sin alcohol, medicamentos, artículos de limpieza y de tocador) y para desarrollar habitualmente sus actividades. A diferencia de estos, los artículos de lujo resultan superfluos y nimios.
Según José María Arribas, el consumo revela la configuración de las clases sociales y constituye el espacio simbólico del deseo. Es una práctica social compleja que va más allá de la apropiación de la utilidad de los productos y representa el sistema de valores dominante en un momento histórico concreto.
Entonces, tal vez sea hora de pensar cuál es nuestro sistema de valores dominante en este específico momento y revaluar su estructura, de tal manera que nos lleve a modificar nuestra conducta con respecto a nuestros recursos económicos, sean estos escasos o no.
Una forma de hacerlo sería comparar nuestro presupuesto actual —es decir, de los últimos treinta días— con el de hace tres meses. ¿Cuánto se ha reducido? Si comparo detalladamente las actividades por separado, ¿a cuáles podría no regresar cuando se levante la cuarentena, considerando que muy pocas cosas van a ser iguales? ¿He descubierto o redescubierto entretenimientos de cero o muy bajo costo que había olvidado?
No importa cuáles sean las respuestas a estas preguntas, el hecho de plantearlas nos a ayudar a tener una mejor perspectiva de dónde estábamos, dónde estamos y sobre todo dónde vamos a estar en el corto, mediano y largo plazo.
Con estas preguntas absueltas o con una idea bastante cercana sobre cuáles podrían ser las respuestas más idóneas, nuestro estado mental debería pasar a una condición de actividad y pensamiento constructivo, muy acorde a lo que debería ser en estos tiempos de incertidumbre.
Comparte esta noticia