No será ni la primera ni la última. A lo largo de la historia, hemos sufrido diferentes pandemias con impactos devastadores: la viruela mató a 300 millones de personas; el sarampión, a 200 millones; el VIH (SIDA), a 35 millones, por citar algunos ejemplos.
Ahora bien, lo que complica la situación enormemente en esta era es la globalización. A causa de ello, la COVID-19, en menos de una semana, ya había llegado a más de 40 países. Y en el futuro vendrán más pandemias así de peligrosas. Para afrontar estas crisis, todo dependerá de cuán capaces seamos de hacer dos cosas con rapidez: aislamiento disciplinado riguroso y test masivos para identificar los casos de forma inmediata.
¿Nuestro país está preparado?
El coronavirus encontró en el Perú uno de los países con mayor solidez macroeconómica en América Latina con el registro de: más de US$70 000 millones en reservas internacionales, uno de los niveles más bajos de inflación en la región, déficit fiscal cercano al 2 %, comercio exterior en expansión y una posición saludable de deuda. Una evidencia de ello es la reciente colocación de bonos del gobierno peruano gracias a un manejo prudente a lo largo de tres décadas, donde el BCR y el MEF han mantenido una política sana.
Además, la reacción del gobierno de turno ha sido inmediata, priorizando la salud sobre la economía. También brindó apoyo a los trabajadores y familias con el acceso parcial a CTS y AFP y el bono de los S/ 380; luego se enfocó en la MYPE, con un fondo de S/ 300 millones para créditos, subsidio del 35 % de los salarios menores a S/ 1 500 y el programa Reactiva Perú, con un presupuesto de S/ 30 000 millones.
El reto ahora es cómo reactivar las empresas medianas y grandes, que son las mayores generadoras de empleo formal, las mayores aportantes al fisco de impuesto a la renta (en un año en que el déficit fiscal se triplicará, por lo menos) y que, además, tienen un enorme arrastre sobre las MYPE. No olvidemos que estamos en un modelo de economía abierta, donde el motor de desarrollo es el sector empresarial privado.
Así, 2020 será un año duro para el Perú, con recesión después de 31 años. El 2021 habrá un rebote importante.
Desafíos y oportunidades
Situaciones de crisis como las que vive el mundo ahora y, particularmente el Perú, revelan muchas oportunidades. En nuestro país, queda en evidencia la necesidad de reformas profundas como la del sector salud. La siguiente pandemia (que seguro vendrá) deberá encontrarnos con un sistema previsional y de salud pública integral sólido. Asimismo, la enorme debilidad que significa tener un mercado con 73 % de informalidad, marca otro desafío importante que implica un esfuerzo de bancarización, menores costos para la formalización, además de otros incentivos que la promuevan.
En tanto, las empresas tendrán que repensar sus modelos de negocio y contemplar la incorporación de herramientas tecnológicas. En la educación a todo nivel, por ejemplo, las instituciones más avanzadas en herramientas de virtualización tienen una oferta educativa en mejor posición.
Por ejemplo, años antes de la cuarentena obligatoria, el Grupo Educativo USIL ya había puesto a disposición de sus alumnos de los diferentes servicios educativos, una serie de recursos tecnológicos, modernas plataformas de aprendizaje online, sistemas de videoconferencia simultáneas, entre otros, de la mano de Canvas, Zoom y Blackboard Collaborate. Además, las clases virtuales habían empezado hace unos años con USIL Digital Learning Factory (UDLF), laboratorio de producción y generación de contenido digital con alta tecnología, que potencia y dinamiza la educación virtual.
Finalmente, para la población en general, ya se están asimilando cambios importantes en patrones de higiene y protección (uso de mascarillas, lavado regular de manos, desinfección), espíritu solidario (programas de apoyo social) y mucho mayor cuidado en nuestra alimentación.
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