Hace unos días concluyó en Polonia la última Conferencia de las Partes (COP) de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la cual busca que los países miembros se comprometan a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono, metano, entre otros, que originan el calentamiento de la Tierra.
Como casi todas las reuniones de la COP de los últimos años, esta cumbre no ha sido ajena a la crítica y hay escepticismo sobre si los acuerdos alcanzados están a la altura de la gravedad del problema. Tal como señaló una de las jóvenes participantes en el evento: si se pone por delante la viabilidad política antes que la necesidad de acción para frenar el cambio climático, simplemente no hay esperanza.
En el plano local estas noticias usualmente pasan desapercibidas entre el tráfico incesante de notas ligeras y de la escena política. Sin embargo, vivimos el impacto del cambio climático desde hace varias décadas. El aumento de la temperatura y la frecuencia de eventos climáticos extremos y los consecuentes desastres naturales, como inundaciones, olas de calor, incendios forestales, deshielo de glaciares; ya deberían habernos enseñado algo.
En el caso de los mares los principales problemas causados por el cambio climático son el aumento de la temperatura y la acidez de agua, así como la pérdida de su capacidad para retener oxígeno, lo que se conoce como desoxigenación. En términos prácticos, el mar no reúne las condiciones para la vida normal de las especies que lo habitan. Algunas pueden migrar a áreas más favorables, otras pueden resistir cierto nivel de cambio, pero a costa de reducir su tamaño o alterar su reproducción. Las menos afortunadas simplemente desaparecen.
El ejemplo más gráfico de lo que significa el cambio climático para el Perú es la alteración de las condiciones marinas y climáticas conocidas como El Niño. Este vendría a ser como un ensayo general de lo que sería nuestro mar en un escenario de cambio climático. Un reciente estudio publicado sobre el tema, con participación de científicos peruanos, postula que conforme aumente la concentración en la atmósfera de los gases causantes del cambio climático, aumentará la frecuencia de “fuertes” fenómenos El Niño.
En este contexto, es alarmante la casi completa ausencia del tema marino en la Ley Marco del Cambio Climático y en el proceso participativo de elaboración de su Reglamento. Es verdad que se deben dedicar esfuerzos a la prevención de la deforestación y reducir emisiones, pero en nuestro país es prioritaria la adaptación. En particular, es crítico mejorar las capacidades en la pesca artesanal para atender la futura seguridad alimentaria, laboral y física de una mayoría de peruanos.
En términos generales se está haciendo muy poco en el país para abordar el problema del cambio climático en los ecosistemas marinos y en la pesca. Requerimos más estudios, pero también solucionar problemas concretos que ya tenemos hoy en día. Por ejemplo, cómo mejorar la cadena de frío para los productos marinos desde el punto de pesca hasta la mesa y el acceso a herramientas y tecnologías que permitan aprovechar recursos “de oportunidad” que ingresan a la costa con el calentamiento. En un plano más amplio, cómo vamos a enfrentar la vulnerabilidad a las lluvias extremas de las vías terrestres por las que llega más de la mitad del pescado que consumimos en la capital. Esto es algo de lo que hoy en día ya deberíamos estar hablando porque el cambio climático hace rato está tocando a la puerta.
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