Luego de 2 años de pandemia, de la cual aún no hemos salido, existen diversos impactos que hemos apreciado, como la pérdida de trabajo de más de 2 millones de personas en el Perú, y otros que veremos en los próximos meses, como el deterioro de la salud mental. Este problema de salud pública poco se está abordando, sobre todo en nuestros países del tercer sector.
En este escenario poco estudiado se encuentran las mujeres, las más pequeñas y las mayores, las profesionales y no profesionales, las de mejores recursos económicos y las de menores recursos; puesto que la pandemia ha impactado fuertemente en sus vidas. Las mujeres han visto afectado sus tiempos y la división entre el tiempo dedicado a la vida laboral y el tiempo dedicado a la vida familiar. El estrés y la incertidumbre en la que han vivido durante más de 1 año de confinamiento ha sido muy complicado. Las mujeres se han visto sobrecargadas con las labores de su hogar, el cuidado de niños pequeños, el acompañamiento de niños en el colegio virtual, el cuidado de adultos mayores, entre otras actividades, y a lo cual se ha sumado el trabajo virtual.
En un reciente estudio sobre el impacto en las mujeres académicas de América Latina, realizado en 9 países, se puede apreciar el impacto de la pandemia en estas mujeres. Se han clasificado 4 categorías de mujeres para comprender la complejidad. La primeras son las mujeres con hijos pequeños, que claramente son las más afectadas durante la pandemia, las segundas son las mujeres con hijos adolescentes o mayores y que tienen a cargo el cuidado de adultos mayores, las terceras son las mujeres que viven únicamente con sus parejas y finalmente están las mujeres que viven solas y no tienen hijos. Cada una de ellas ha tenido un impacto diferente pero lo que queda claro en el estudio es el retroceso en la equidad puesto que se ha visto una sobre recarga de las labores domésticas, también se aprecia un incremento de manifestaciones de tipo machista propiciado en gran medida por las propias mujeres y por último un incremento de las desigualdades, puesto que las mujeres han trabajado más horas y han tenido poco tiempo para el descanso y el para el relax. En el caso de las mujeres académicas un impacto negativo que se destaca es el poco o nulo tiempo que han tenido para el trabajo de investigación, prácticamente no han tenido tiempo para esta actividad y ello los ha diferenciado de sus pares varones.
La reflexión que nos queda es profunda. No solo es el caso de las mujeres académicas, puesto que ellas son solo un ejemplo de la realidad vivida. Es más, podemos considerar que las mujeres académicas en comparación de otros perfiles de mujeres pueden gozar de ciertas mejores condiciones de vida, aún así, el impacto vivido ha sido desde la mirada de ellas muy fuerte, muy retados y altamente estresante.
Por tanto, resulta interesante indagar sobre otros perfiles de mujeres en América Latina, como el caso de las mujeres emprendedoras, que no gozan de estabilidad laboral y que durante la pandemia se han visto muy afectadas, ellas como personas y sus negocios por la misma situación de confinamiento. Es preciso que las autoridades del gobierno y las empresas puedan contribuir con políticas públicas o con acciones al interior de las empresas que permitan una mejor conciliación entre la vida personal y la vida personal. Este término de “conciliación” resulta mucho más familiar en otros lugares, como en Europa donde claramente se tiene un camino andado respecto al tema.
Para conocer del estudio:
https://www.emerald.com/insight/content/doi/10.1108/MRJIAM-10-2021-1242/full/html
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