Estamos a más de un año de iniciada la pandemia. Sabemos que la situación es crítica. Hay poca oferta de oxígeno, no hay camas UCI en los hospitales y las clínicas particulares solicitan grandes abonos para recibir a los pacientes. Lo que hoy vivimos, ya lo habíamos visto antes en películas futuristas. La crisis es mundial y la situación está muy complicada, sobre todo en países emergentes como el nuestro, con grandes diferencias socioeconómicas, falta de acceso a sistemas de salud, falta de empleo, entre otros. En general, nos encontramos en una situación de crisis donde se combina lo social, lo económico, lo sanitario y lo ético.
Quién no tiene un amigo o familiar cercano que ha tenido la enfermedad y que lamentablemente ha fallecido por culpa de las complicaciones ocasionadas por la COVID-19. Hoy sabemos que el virus es muy peligro y que las diversas variantes, recientemente descubiertas, resultan ser más contagiosas y más peligrosas. Por tanto, la situación es compleja. A ello debemos sumarse que la vacunación en nuestro país está demorando. En el Perú, a la fecha, no hemos logrado vacunar a todos los adultos mayores de 85 años. Y al ritmo que vamos es difícil garantizar la inmunidad para toda la población peruana en este año.
Sin embargo, frente a esta realidad preguntemos cuántas veces hemos visto personas en la calle sin mascarilla o con la mascarilla mal puesta. Es decir, con la mascarilla por debajo de la nariz, o colocada como si fuera un pañuelo en el cuello; entre otros ejemplos están también la falta de respeto al distanciamiento al momento de hacer las compras o en el cajero automático. Y claro está, existen también otras personas que pese a la prohibición de actividades sociales están organizando reuniones presenciales de manera clandestina. Toda esta situación está propiciando que los contagios se estén propagando más rápidamente.
La situación se pone más compleja pues estamos a puertas de una tercera ola, la cual nos toma nuevamente sin políticas, sin provisiones, sin vacunas, sin una cultura del autocuidado. En nuestro país existe una cultura de poco autocuidado que implica un comportamiento ético y solidario, que hoy más que nunca necesitamos. Me cuido, te cuido, nos cuidamos. Las indicaciones son las mismas: usar bien la mascarilla, si es posible doble mascarilla y protector facial, alcohol en una botellita y el distanciamiento social de al menos un metro y medio y en lo posible hablar lo mínimo posible. Hoy solo nos quedan las armas del autocuidado. Está en nuestras manos hacer la diferencia y ayudar a que la situación no sea más complicada.
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