El foco de la transformación digital está muy ligado a la llamada Industria 4.0 o cuarta revolución industrial, que supone la aplicación a escala industrial de sistemas automatizados con especial incidencia en los procesos productivos y la interconexión entre unidades productivas, consiguiendo crear redes de producción digitales que permiten acelerarla y utilizar los recursos de manera más eficiente. Son seis palancas: Automatización, internet de las cosas, comercio electrónico, tecnologías de información, Big Data y plataformas virtuales que soportan principalmente el cambio.
Las tecnologías digitales brindan a la industria manufacturera la posibilidad de dar respuesta a las nuevas exigencias de sus clientes a nivel de productos, procesos y modelos de negocio, produciendo un impacto determinante en la cadena de valor y aportando tanto beneficios como amenazas para los que se quedan fuera, en tanto incorpora un aumento de la calidad de los productos y una reducción de costes de producción.
El proceso de digitalización incide en todos los factores que rodean a la sociedad: la economía, el turismo, el comercio, la información, la contratación, la administración pública, la formación, la logística y la seguridad, desapareciendo las barreras físicas. El debate precisa incorporar la cultura 4.0 y la digitalización de los servicios, no solo de la administración electrónica, sino también de la salud, la educación virtual, la digitalización de la movilidad de los ciudadanos, las smart cities, el tratamiento y recojo de residuos sólidos, el suministro y tratamiento del agua, el eléctrico, la construcción, los servicios bancarios, la agroindustria entre otros.
Para ser competitivos en un mundo globalizado, es necesario innovar no solo en productos, sino también en procesos, con la finalidad de optimizar los costos. Esto está impulsando a las empresas peruanas a seguir el camino de la transformación digital. Los procesos manuales en las fábricas tienden a ser sustituidos por procesos automatizados y robotizados que generan una mayor eficiencia. Los equipos de innovación tienen un arduo trabajo en estos tiempos.
La cuarta revolución industrial será para los altamente calificados y con gran capacidad de adaptación, flexibilidad y aprendizaje continuo, con perfiles más multidisciplinarios, con un currículo en competencias en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, ya sea de educación universitaria o institutos tecnológicos. El trabajador del futuro deberá tener competencias en el trabajo en equipo y orientación a resultados, la gestión del tiempo, la resolución de problemas, el razonamiento analítico, la capacidad de buscar, filtrar y priorizar información y, sobre todo, compartir decisiones. La industria y los servicios deben ser capaces de influir en los planes de estudio universitarios y de formación profesional. Se requiere que los colaboradores se capaciten para encajar en este perfil.
¿Qué sucederá con el personal que no se adapte al perfil? Lo más probable es que migren a empresas más orientadas al mercado local o donde la incidencia de la mano de obra no puede ser sustituida por equipos automáticos, como podrían ser el agro, la construcción o la industria del vestido.
Por otra parte, se requiere gestionar el cambio de la organización del trabajo, la seguridad y salud ocupacional, así como la capacitación para mantener vigente al colaborador. Porque el problema no es el número de empleos que se pierdan con la automatización, sino que se produzcan los suficientes para compensar la pérdida de puestos de trabajo que ocasiona la digitalización, como pasó en las anteriores revoluciones industriales.
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