Hace casi 5 años, en abril del 2016, el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) en el Marco Macroeconómico Multianual (MMM) manifestaba que la principal restricción para financiar las reformas estructurales para sostener un crecimiento económico en el mediano plazo mayor al 4,0%, eran los bajos niveles de ingresos fiscales. Se advertía que la presión tributaria en el Perú era la más baja de los países de la Alianza del Pacífico y por ende, existía “espacio” para impulsar la equidad y eficiencia del sistema tributario, ampliar la base tributaria, debido a los altos niveles de evasión y elusión tributaria. En otras palabras, debía desarrollarse una reforma del sistema tributario enfocada en la reducción del incumplimiento tributario. Esta advertencia era una de las pocas en las que el MEF dejaba un claro mensaje a las próximas autoridades, indicando que no se podría crecer más si es que no se implementaba seriamente una reforma tributaria. Recordemos que la anterior se había dado hacía 30 años y estaba claramente perdiendo efectividad.
Lamentablemente, las autoridades electas en el 2016 no se fijaron dicho objetivo y. por el contrario, introdujeron instrumentos que redujeron más la recaudación como el MYPE Tributario y permitieron que el sistema tributario siguiera debilitándose y generando distorsiones en la actividad económica.
Es así como nos golpea la pandemia de la COVID-19; detiene la actividad económica por la cuarentena y la caída de ingresos de hogares, produciendo una caída de 11,1% del PBI en el 2020 y contrayendo la recaudación tributaria en 17,4%. En el 2020 se alcanzó una presión tributaria de 13,2% del PBI, nivel equivalente a la del año 2003.
En agosto del 2020, el MEF publicó el más reciente MMM y reconoció, nuevamente, que “la presión tributaria de Perú es una de las más bajas de América Latina y economías en desarrollo, lo cual representa una oportunidad para la implementación de medidas de política fiscal y de gestión pública gubernamental”. Cinco años después, el MEF repite que el Perú tiene “espacio para aumentar sus ingresos fiscales permanentes”, lo cual refleja 5 años de pérdida de bienestar. Sin embargo, el importante aporte del MEF en esta ocasión es que en el Recuadro N° 4 realiza una interesante exploración respecto a las causas del incumplimiento tributario. De dicha exploración concluye que “el amplio espacio que Perú tiene para incrementar los ingresos fiscales depende de la implementación de medidas que promuevan un marco de gobernanza en todo el sector público. El círculo virtuoso entre el gasto público y el cumplimiento tributario conlleva a la implementación de reformas tributarias que planteen el rol que debe cumplir el Estado con la sociedad y de manera competente, requiriéndose medidas multisectoriales que mejoren la institucionalidad, las prácticas fiscales para combatir la corrupción y eleven la calidad del gasto público.”
En esta ocasión, el análisis de las causas del incumplimiento del actual MMM advierte que mejorar los ingresos fiscales permanentes requiere de ampliar la base tributaria, que a su vez requiere reducir el incumplimiento tributario.
El MEF ha dado un paso en la dirección correcta al advertir que el objetivo de reducir el incumplimiento tributario depende de factores que trascienden al simple “combate de la evasión” o al enfoque de disuasión que ha utilizado con frecuencia responsabilizando a la SUNAT. Esto significa que se requiere una estrategia integral a nivel del Poder Ejecutivo que contribuya a reducir la corrupción, mejorar la calidad de los bienes y servicios públicos, fortalecer la confianza ciudadana y la legitimidad de las autoridades retroalimentando la disposición a cumplir con las obligaciones tributarias.
Hace 5 años el MEF ya había advertido de la necesidad de una Reforma Tributaria y esta no se produjo. Hoy en plena pandemia, el espacio fiscal que se tenía en el 2016 ya se ha perdido, el saldo del Fondo de Estabilización Fiscal es nulo, la recaudación se recuperará lentamente debiendo recurrir a mayor deuda para financiar el presupuesto público. A esto se suma la incertidumbre en el desempeño económico por el cambio de gobierno y el riesgo natural de una pandemia aun no controlada.
Esto significa que quienes asumirán la responsabilidad de ser autoridad por 5 años deben comprender que la Reforma Tributaria es impostergable. Que crear un impuesto y eliminar beneficios tributarios no tiene nada que ver con una reforma tributaria y son solo parches superficiales. Mi mayor preocupación es que el aumento del precio del cobre, las noticias de un rebote económico hagan olvidar, una vez más, el sentido de urgencia de una verdadera Reforma Tributaria.
Es ya conocida la práctica del MEF de introducir nuevos temas de análisis empezando por pequeñas exploraciones en los Recuadros del MMM. Algo similar sucedió respecto al tema de los “ingresos fiscales permanentes” y que se tradujo en una nueva regla fiscal de balance estructural en el 2014, para luego ser derogada por el gobierno del 2016; enorme debilidad institucional. Sin embargo, en la actual coyuntura, no hay tiempo que perder. No habrá el necesario crecimiento sostenido de la economía sin una Reforma Tributaria con enfoque de desarrollo. El sistema tributario vigente está en cuidados intensivos hace años y con su deterioro debilita cualquier objetivo de sobrevivir a la crisis. Los peruanos que están naciendo se merecen autoridades que vean más allá de sus 5 años.
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