“La señorita es, eventualmente, una persona (a quién) le gustaba la vida social; no podría decir más.” Fuera de que pudo haber dicho menos, esta frase hace parte de una declaración ante un cuerpo de prensa por parte del abogado de uno de los cinco jóvenes acusados de cometer una violación grupal en el distrito de Surco, hace unos días. Y a pesar de que muchas personas no compartamos esta idea, y nos indigne el recurso de juzgar la vida de la persona victimizada para justificar una violación sexual, este tipo de posturas son muy comunes y generalizadas.
Nos (re)encontramos entonces con el #PerúPaísdeVioladores y un sector importante de la sociedad se entiende personalmente inquirido, muchos varones entre ellos. #NoTodosLosHombres nos contestan. Y tienen razón. #PeruPaisdeVioladores no es un hashtag que tiene que ver con los varones peruanos, exclusivamente. Tiene que ver con la sociedad en su conjunto. No acusa a los varones, a menos que usted (varón) sea una persona que cometa, aliente o sea cómplice de este tipo de actos. Si usted no lo es, entonces este hashtag no tendría por qué afectar su carácter.
No obstante, hay elemento importante a considerar: el contexto. Este hashtag responde a un contexto donde puede conocerse públicamente de cuatro violaciones grupales en diversos puntos del país, en menos de un mes (no sabemos si a lo mejor sucedieron más), sin que la sociedad se indigne sobremanera o sin que se exija a las instituciones gubernamentales llamadas a promover y proteger los derechos de las mujeres algún pronunciamiento. Esto es indicativo de una cultura donde los cuerpos de las mujeres se entienden (o se quieren entender) como objeto disponible para el disfrute de terceros, sin consentimiento. Adicionalmente, hay palabras que podrían ir delante de un hashtag como el que discutimos. Por ejemplo: En atención a que en el Perú, la cifra de violaciones sexuales contra las mujeres, reportada por el MIMP (entre enero y setiembre 2020) es de 52 752 casos, donde el 23% de estos casos correspondieron a niñas y adolescentes, es importante declarar que…. ; pero eso haría un hashtag demasiado largo.
En resumen, #PerúPaísdeVioladores no es una acusación sobre todos los hombres peruanos. Mal hacen los varones en irrogarse el protagonismo macabro de esta declaración, que además tiene que ver con la precarización social del cuerpo femenino en una sociedad como la nuestra. Tiene que ver con una sociedad (entendida como todos y todas nosotras) que ha normalizado las violencias contra las mujeres, mientras incentiva, apaña y fomenta una cultura de la violación.
¿Cómo se fomenta ésta? Normalizando y aceptando que los cuerpos de las mujeres sean temas de discusión y fiscalización pública, promoviendo su silencio o desincentivando el uso de sus voces para expresar disconformidad, asumiendo que los espacios públicos son, por defecto, espacios donde las mujeres estarán desprotegidas y hacerlas responsables de su propia violación. Reforzando la idea de que cuando las mujeres dicen “no,” en realidad quieren decir sí, y solo es cuestión de insistir hasta “que atraquen.” Celebrando las múltiples conquistas masculinas, independientemente de los afectos, y juzgando con valores contrarios el ejercicio de la sexualidad de las mujeres; nótese hasta aquí que muchas de estas conductas y disvalores son reforzados por varones y por mujeres. La cultura de la violación esta así de generalizada y normalizada en nuestra sociedad. Justamente exploraba en una columna anterior, la noción de que el Perú es un país donde se espera que las mujeres aprendan, desde pequeñas, a protegerse de una violación, en vez de enseñar a sus niños a no violar. Un país donde ante una violación sexual, seguimos juzgando y culpabilizando a las mujeres. Podemos inclusive ilustrarlo: Si en una fiesta, reunión social, en la calle, alguno de nuestros amigos cae inconsciente por exceso de alcohol, ¿qué hacemos? Normalmente, le ponemos a buen recaudo. ¿En algún momento este amigo/colega/compañero, corre el riesgo de sufrir una violación sexual? Probablemente no. ¿Por qué este tiene que ser un riesgo latente para las mujeres en la misma situación? ¿Y por qué, como en este caso, el discurso social cuestiona primero a la víctima y no a los victimarios? En el texto La violación sexual en el derecho penal peruano, el profesor José Luis Castillo Alva (2001), afirma que “la libertad sexual supone, por un lado, decidir el sí, él cuándo y el con quién realizar una conducta sexual; y por el otro lado, implica oponerse ya sea a mantener una relación sexual con una persona no elegida o a la práctica de un determinado acto sexual.” Esto se puede decir mas fuerte, pero no más claro.
A todas las personas mayores de 14 años, varones y mujeres, en igualdad, se nos reconoce legalmente, la libertad sexual. La libertad de decir “sí” o “no” (y donde ante la ausencia de un “no,” no puede inferirse un “sí”). El punto clave para determinar la existencia de una violación no está en lo que la víctima llevaba puesto, si estaba sobria o no, si había tomado o no, si había ya iniciado su vida sexual o no. El punto clave es el consentimiento. ¿Pero qué esperaba si tomaba con varones? dirán algunos: Una resaca esperaba. Nada más. No existen las relaciones sexuales consentidas, y las relaciones sexuales sin consentimiento. Lo primero se llama sexo, lo segundo: violación.
- #AMiTambienMeGustaLaVidaSocial
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