La historia de Matthew Salade es breve pero muy significativa para conocer la historia espiritual de nuestro país. Luterano de origen francés que arribó a la ciudad de Lima apenas establecida la Colonia española, vivió por casi una década dedicado a cultivar su propio herbolario en los alrededores del alejado barrio de Maranga cuando este lugar todavía estaba conformado por un conjunto de chacras y terrenos baldíos. Todos los fines de semana, Salade se dirigía a la entonces Ciudad de los Reyes a vender las plantas medicinales que cuidaba y, en sí, nunca hubo problema con el hecho de que profesara una fe distinta a la católica cristiana. Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que la Santa Inquisición lo sometiera a juicio y lo declarara hereje y contumaz. Al parecer, Salade había empezado a criticar a los sacerdotes católicos que adoraban una cruz “que un platero había hecho con fuego y con martillazos” (Anales de la Inquisición de Lima, José Toribio Medina), según decía él, y el 15 de noviembre de 1571 fue condenado a la hoguera, en lo que sería el primer auto de fe realizado en la capital del virreinato.
Este episodio de nuestro pasado es el que el Ministerio de Cultura recordó durante el “Encuentro por la Fraternidad y la Tolerancia Religiosa”, realizado este 17 de noviembre en la huaca Mateo Salado, huaca que recibió este nombre porque era el lugar en el que se encontraba el vivero del predicador francés. El propósito de este encuentro fue traer a colación el inicio de un largo periodo de intolerancia en el Perú y reflexionar sobre la necesidad de crear una sociedad tolerante y abierta ante la diversidad de religiones. Para la ocasión, se invitó a representantes del budismo tibetano, la Comunidad Espiritual Andino-Amazónica (Ceana), al Haré Krishna (Casa Vrinda) y a la Iglesia Luterana Evangélica Peruana. Cada uno de estos colectivos realizó una breve ceremonia y brindó unas palabras para recalcar la importancia de lograr un país que ofrezca el mismo respeto y condiciones a todos los credos.
En los últimos años se han realizado distintos esfuerzos desde el Estado para crear un marco de tolerancia hacia la libertad religiosa. En el 2016, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos aprobó el Reglamento de la Ley de Libertad Religiosa y también publicó el informe La libertad religiosa en el Perú y el registro de entidades religiosas, en el que se da cuenta de las distintas actividades orientadas a coordinar y promover la relación del Estado con las distintas entidades religiosas del país. Todavía, sin embargo, falta mucho para crear el clima de tolerancia que deseamos. A diferencia del pasado, en que los estados se encontraban fuertemente vinculados a determinados credos, nuestro tiempo se caracteriza por presentarnos un amplio conjunto de prácticas religiosas que, muchas veces, distan de aquello a lo que estamos acostumbrados en nuestra vida cotidiana. Esta lejanía, sin embargo, a veces es propicia para crear situaciones realmente dramáticas. En su intervención, David Suárez, representante de la Ceana, recordó el asesinato de varios chamanes en el departamento de Loreto en el 2011, hecho que todavía no se ha esclarecido.
Es cierto que en este encuentro por la fraternidad y la tolerancia religiosa no se encontraron todas las comunidades religiosas presentes en el Perú, pero, en alguna medida, todas fueron representadas. En momentos en que la historia política de nuestro país parece tomar un nuevo cauce, podemos también buscar nuevos caminos para para fortalecer nuestra sociedad.
Comparte esta noticia