La escena más conocida es aquella en la que Dante se encuentra en medio de un monte, atormentado por el peso de sus pecados y a merced de las fieras que merodean el lugar. A su socorro acude Virgilio, quien lo calma y le promete acompañarlo el resto del trayecto. Es el inicio de un largo camino por el Infierno y el Purgatorio, pero también el comienzo de una amistad.
Hay muchos otros episodios memorables en la Divina Comedia, pero el que ahora queremos recordar es el momento en el que los dos compañeros de viaje deben despedirse, pues han llegado al fin del Purgatorio (Purg. XXVII). “El fuego temporal, el fuego eterno/ has visto hijo; y has llegado a un sitio/ en que yo, por mí mismo, ya no entiendo”. Las palabras son de Virgilio y tienen la intención de recordarle a Dante los lugares por donde acaban de pasar, pero también para decirle, al menos veladamente, que no podrá entrar al Paraíso. Decimos “veladamente” porque el poeta latino sabe muy bien que le está prohibido el ingreso a las esferas del Cielo, pues fue un hombre que no llegó a conocer al Dios cristiano, pero en vez de reconocerlo prefiere decir que el Paraíso es un lugar que él no comprende.
No obstante, lo más interesante de este pasaje se encuentra en el momento en que Virgilio le dice a Dante que debe seguir su propia voluntad: “tu voluntad ahora es ya tu guía”. Con ello quiere decir que el camino puede ser estrecho o empinado, pero la mejor guía para todo hombre es aquella que proviene de las decisiones tomadas por él mismo. No se trata, pues, de lo que una u otra persona aconseja, sino de lo que la persona decide sobre su vida, y, a la larga, de su destino. La última estrofa de este canto termina así:
No esperes mis palabras, ni consejos
ya; libre, sano y recto es tu albedrío,
y fuera error no obrar lo que él te diga:
y por esto te mitro y te corono.
Para Virgilio, Dante no debe esperar la opinión de los demás, ni siquiera lo que diga el propio Virgilio. La edad madura se produce cuando la persona hace uso --más allá del acierto o del error-- de su libre albedrío. Esto es lo que ha ocurrido con Dante y es por ello que merece que lo coronen con la mitra.
La despedida de Virgilio y de Dante la podemos comparar con lo que ocurre a fin de año en todos los colegios y las universidades. Durante estos días de diciembre, la mayoría de los profesores se despiden de sus estudiantes hasta el próximo año. Algunos se reencontrarán otra vez, otros se separarán para siempre. Lo importante, sin embargo, es saber si los estudiantes todavía deben ir acompañados o, al igual que Dante, ya se encuentran preparados para seguir el camino por su cuenta.
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