Nada más cierto que errar es de humanos, pues todos cometemos errores a lo largo de nuestras vidas. Me atrevo plantear que la mayoría de los errores cotidianos que cometemos no tienen consecuencias mayores. Sin embargo, hay errores que se pagan caro. Algunos se pagan muy caro.
La elección de Donald J. Trump como presidente de Estados Unidos fue un error -en este caso colectivo- por el que los estadounidenses pagarán un precio muy alto. Y no me refiero a asuntos abstractos como la democracia, el sistema republicano o el orden institucional, severamente afectados por los tres años de Trump en la Casa Blanca. Me refiero a la gente de carne y hueso, a los trabajadores de la construcción, las camareras, los pequeños comerciantes, los conserjes, las enfermeras, los porteros, los transportistas, etc. Personas que no tienen millones en el banco, y que, por ende, trabajan día a día para garantizar el sustento de sus familias. Me refiero a los que, a falta de una sistema público y nacional de salud, dependen de un trabajo a tiempo completo para tener seguro médico. Los que dependen de la beneficencia social (welfare), del seguro de desempleo y/o de la tarjeta de crédito para llegar a fin de mes. Esos que hoy, primero de abril, no podrán pagar la renta de sus departamentos o casas. Esa mayoría a la que muy poco o casi nada le chorreó en los últimos 30 años de neoliberalismo. Los habitantes más vulnerables de un país cuya enorme riqueza y gran tecnología le han servido de poco para frenar la expansión mortal del COVID-19.
Entre ellos estará la mayoría de los 250,000 muertos que se estima le costará a la sociedad estadounidense esta pandemia, que llegó para recordarnos nuestra humanidad y demostrarnos lo injusta que era nuestra ansiada normalidad.
Es posible que una buena parte de esos muertos no votaron por Trump o simplemente no votaron porque el sistema está diseñado para dificultarles el voto. Sin embargo, serán víctimas del narcisismo y la ignorancia de un presidente que será recordado por la historia como el líder que llevó a Estados Unidos directo al infierno.
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