Nancy Pelosi, la mujer más poderosa de Estados Unidos, fue categórica al señalar que no favorecía residenciar (impeach) a Donald Trump. Aunque reconoció que el presidente no está intelectual ni éticamente capacitado para su cargo, la señora Pelosi argumentó que un juicio de residenciamiento dividiría a Estados Unidos y que tal esfuerzo no valía la pena. Hasta cierto punto es muy comprensible la actitud de la Presidenta de la Cámara de Representantes, pues un impeachment es un juicio político, que, por ende, entraña serios riesgos. Además, se podría alegar que iniciar un juicio contra el presidente podría ser una total pérdida de tiempo. Es claro que Trump no ha perdido el apoyo de su partido, lo que haría imposible proceder con un juicio de residenciamiento, pues para ello, es necesario el voto favorable del Senado en control de los Republicanos. Ninguna de las posibles causas que existen para residenciar a Trump es lo suficientemente poderosa para cambiar la posición de su partido. Habría que esperar para ver si el informe Muller aporta algo sustancial con relación al llamado “Rusiagate”, pero ese es un tema que quisiera analizar en otra columna.
El tema del residenciamiento es delicado para el Partido Demócrata porque no todos sus miembros coinciden con Pelosi. El reclamo a favor del residenciamiento incluye a líderes históricas como Maxine Waters y a nuevos miembros de la Cámara de Representantes como Rashida Tlaib. Es necesario subrayar que sus argumentos no carecen de peso, pues acusan al presidente de abuso de poder y obstrucción a la justicia, dos imputaciones muy serias en el sistema político estadounidense. Son muchas las acusaciones más específicas contra Trump. Entre estas destacan las siguientes: violar las cláusulas de la constitución que prohíben el uso de la presidencia para el enriquecimiento del Primer Ejecutivo, haber despedido al jefe del FBI James Comey para evitar que se le investigara, conspirar para violar las leyes que regulan las elecciones en Estados Unidos, violar la libertad de prensa al atacar y acosar a periodistas y a medios noticiosos y violentar la separación de poderes del sistema política estadounidense al declarar una falsa emergencia nacional con el fin de pasar por encima a la oposición del Congreso a la construcción de un muro en la frontera con México. Para muchos, Trump debe ser residenciado porque representa una amenaza directa a la democracia y el republicanismo estadounidense.
Todas estas son acusaciones muy serias, pero el juicio de residenciamiento es un juego político peligroso del cual, ni el liderato Demócrata ni el Partido Republicano, por ahora quieren participar.
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