Con la salida de John Bolton ya son tres los asesores de seguridad nacional que han procurado guiar las decisiones de Trump en un tema tan importante, y en el que el presidente es tan ignorante. La llegada de Bolton a la Casa Blanca, junto a Mike Pompeo en la Secretaría de Estado, marcó lo que debió ser un endurecimiento de la política exterior estadounidense. Ambos son reconocidos war hawks, por lo que se esperaba acciones más duras contra Venezuela, Irán, etc. En términos generales, tal endurecimiento no se materializó o, por lo menos, no en los términos que algunos esperaban. Maduro sigue en Venezuela. Los ayatolas no solo se han mantenido a flote, sino que también llegaron a un acuerdo con China que podría cambiar el escenario político del llamado Oriente medio. El acuerdo con Corea del Norte se hizo sal y agua.
Asesorar a Trump parece una misión imposible. Su ególatra y caprichosa manera de “negociar” – unida a su profunda ignorancia– le convierten en una caja de sorpresas. Como bien acaban de confirmar los Talibanes, de nada sirve negociar con los diplomáticos estadounidenses, pues todo puede cambiar con un simple Tweet del presidente. Doscientos ochenta caracteres que es muy probable están inspirados en la principal fuente de información de Trump: Fox News.
Quienes sí tienen acceso al presidente son sus hijos, pues parecen jugar un importante papel en la política exterior de su padre, especialmente, su hija Ivanka y su esposo Jared Kushner. Ninguno de ellos está capacitado ni tiene la experiencia para tal delicada e importante labor.
En conclusión, la diplomacia estadounidense está a la deriva. En este contexto vale preguntar, ¿quién en su sano juicio aceptaría ser sucesor de Bolton? Eso está por verse. Lo que sí está claro es el daño a corto y largo plazo ocasionado por la presidencia de Trump a la política exterior de Estados Unidos
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