“He aprendido que la gente olvidará lo que dijiste, la gente olvidará lo que hiciste, pero la gente nunca olvidará cómo los hiciste sentir”.
Maya Angelou
“Un mentor es alguien que ve más talento y capacidad dentro de ti de lo que ves tú en ti mismo, y te ayuda a sacarlo de ti”.
Bob Proctor
Aún recuerdo con nostalgia los primeros días en el trabajo. Era el chico nuevo que acababa de ser reclutado por la empresa, envuelto en un traje formal, sin saber si sacarme la corbata o dejarla en su sitio. Sentía muchas ganas de comerme literalmente el mundo y quería demostrar que podía ser útil a la organización, pero, por otro lado, tenía algo de miedo por no encajar en aquel equipo que parecía, a mis ojos, tan cohesionado. Desde los saludos afectuosos entre ellos hasta la forma tan natural y abierta con que se dirigían al dueño de la empresa, todo para mi era un constante aprendizaje. Desde mi rincón, aún podía ver con timidez cómo transcurría la vida entre esas personas que parecían conocerse de toda la vida.
¿Cuántos de ustedes habrán vivido una experiencia similar durante el primer día de trabajo? Seguro que muchos y, de repente, algunos como yo tuvieron la suerte de encontrarse con un jefe o un colega con mayor experiencia que tomó la iniciativa de saludarlos, que se esforzó por dedicar algunos minutos para presentarlos a ante los demás trabajadores y enseñarles esos aspectos culturales que son tan importantes para una organización, pero que solo empiezan a conocerse viviendo en ella, con la guía de alguien con conocimiento de esos valores y costumbres tan peculiares.
En tiempos desafiantes donde los cambios se producen tan rápido y la tecnología nos obliga a reinventarnos de manera constante al interior de las organizaciones, es más importante que nunca tener personas y líderes que ejerzan como mentores de los más jóvenes, de aquellos talentos que consideramos que pueden, en un futuro cercano, convertirse en los futuros líderes. Es importante no solo transmitir conocimiento, sino, sobre todo, enseñarles a tener un espacio para su propio desarrollo como personas y para atender a los demás.
En un mundo cambiante y tecnológico, aunque parezca contradictorio, van a ser cada vez más importantes las llamadas habilidades blandas o la inteligencia emocional. Conforme una persona avanza en la organización, las necesitará cada vez más, así como también una mentoría que pueda guiarlo en este aprendizaje emocional, más difícil de desarrollar que el conocimiento cognitivo y racional. La autoconciencia, la autorregulación y la motivación, así como la empatía y la capacidad de relacionarse con los demás, serán determinantes en el éxito de la gestión de estos futuros líderes y la mentoría es una forma ideal de trasmitir estas habilidades.
La experiencia y las vivencias de las personas a lo largo del tiempo en una organización, las alegrías y frustraciones vividas, y la forma en que nos levantamos frente a la adversidad y seguimos adelante son conocimientos valiosos que el mentor puede transmitir. No todos pueden convertirse en guías o mentores. Estas personas están dotadas de experiencia y vivencias, pero también de humildad para reconocer que la vida laboral y personal no son fáciles, que en algunos momentos se equivocaron y, sobre todo, están dispuestas a compartir este valioso conocimiento con personas en las que ven cualidades para desarrollarse y liderar con éxito la organización.
La posibilidad de que un líder haya tenido un buen mentor puede contribuir al mejor manejo de una organización, aunque no garantiza el éxito porque, muchas veces, este depende de muchos otros factores. No obstante, sí puede contribuir a crear una organización más humana, con un propósito y una cercanía a los colaboradores. Si tienes un líder inspirador y gente comprometida, es indudable que las posibilidades de lograr el éxito se incrementarán.
Hay que ser agradecidos con el esfuerzo y dedicación de estos mentores porque, gracias a ellos, muchos de nosotros hemos podido desarrollar ese potencial que teníamos pero que, a veces, no reconocíamos. Los mentores suelen tomar la forma de jefes, colegas, profesores o, simplemente, amigos con experiencia de vida. Un agradecimiento especial a mi profesor, jefe y mentor en ESAN, David Ritchie Ballenas, inspirador y formador de muchas generaciones que también tuvieron la suerte de tenerlo como guía.
Comparte esta noticia