Este 2020, votaremos por un grupo de congresistas que estarán en funciones solo por un año y 5 meses. Este periodo, aunque corto, podría ser decisivo ya que hay muchos pendientes en materia de reforma (electoral y de justicia, entre otras). De todas las condiciones particulares de estas elecciones voy a tomar tres que me animan a pensar que en esta oportunidad los electores se comportaran de manera diferente a la habitual.
En primer lugar, estas elecciones se dan como consecuencia de un Congreso, sumamente desprestigiado, que ha sido disuelto. Este Congreso tuvo índices exorbitantes de desaprobación, y fue constantemente el centro de la noticia, con escándalos y excesos de todo tipo, convirtiéndose en uno de los congresos más mediáticos. Tenemos entonces un grupo de votantes que tiene más presente al Congreso, sus actores, sus bancadas y que mayoritariamente han desaprobado su gestión.
Conocemos a las agrupaciones responsables de esta pésima gestión. Algunas bancadas como Fuerza Popular y el APRA alcanzaron índices de desaprobación superiores al 80 %. Estas participarán nuevamente, con algunos rostros nuevos, pero dudo que el señuelo de renovación sea fácil de vender. En el caso de Fuerza Popular algunos de sus excongresistas estarían postulando con otros partidos. Dado que están más presentes las representaciones negativas sobre ciertos personajes, su intento por vincularse a otras agrupaciones (como el caso de fujimoristas en Solidaridad Nacional) es probable que termine solo desacreditando las, ya cuestionadas, alianzas.
En segundo lugar, la percepción de los principales problemas del país ha cambiado. De acuerdo al informe del INEI sobre percepción ciudadana sobre gobernabilidad, democracia y confianza en las instituciones, mientras para las elecciones pasadas la mayoría de los peruanos consideraba a la delincuencia como el principal problema del país (45.7 %) para el 2019 la mayoría de la población (63.7 %, 20 % más que en el 2016) reconoce a la corrupción como el principal problema del Perú. Es decir que, a diferencia del 2016 cuando el electorado veía con preocupación la situación delictiva hoy en día el electorado tiene los ojos principalmente en los temas de corrupción. Y están más atentos a los cuestionamientos por temas de corrupción y al historial de blindajes de algunos de los rostros conocidos.
En tercer lugar, esta vez las elecciones son solo de congresistas. Normalmente los candidatos a la presidencia acaparan la atención tanto de los medios de comunicación como de las conversaciones coloquiales. Se habla en primer lugar de los candidatos presidenciales y solo en segunda instancia del Congreso. Esta vez los electores se concentrarán solo en el Congreso.
Todo esto lleva a pensar que estas elecciones podríamos tener un voto para congresistas, más consciente que el habitual, un voto que da un valor central a los temas de corrupción y un mayor porcentaje de votantes atentos a sus candidatos. Es verdad que no parece haber muchas opciones y este es un panorama que puede ser aprovechado tanto por los partidos nuevos como por aquellos que supieron mantener una imagen digna en el Congreso ¿Sabremos aprovechar este momento de lucidez y elegiremos mejor? Aún queda tiempo para ver cómo se acomoda el escenario político.
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