Hay quienes dicen que la vida personal y profesional no tienen que ir “de la mano”. Pienso lo contrario. Claro que todos nos equivocamos, cometemos errores y recaemos, pero debemos saber levantarnos. Algunos lo llaman madurez, aunque yo no le pondría calificativo. No escribo para dar lecciones, sino para compartir reflexiones. Winston Churchill tiene una gran frase “Me encanta aprender, pero me molesta de sobremanera que me enseñen”.
Es exactamente a lo que me refiero. Un amigo me decía, nunca está de más recordar buenas costumbres, cuando uno lo hace de buena voluntad y sin intereses personales. Nuevamente, es exactamente a lo que me refiero.
La vida personal y profesional tiene muchas aristas. Esta vez, e quiero referir a cuatro de las muchas: La primera es el respeto, sin ofensas ni perjuicios, con dignidad y tolerancia, sin afectar negativamente a otros. Respeto significa, por ejemplo, puntualidad. ¿Es tan complicado no hablar o chatear en reuniones? Proponer más que criticar ¿es tan complicado?
La segunda es la disciplina. Aquí importan los códigos de conducta, el orden, la constancia, la regularidad. Como dice Gary Hamel, “lealtad a nuestro estándar”. Rutinas buenas, sanas y saludables en el trabajo, en el deporte, en la comida, en la vida social.
La tercera es la perseverancia, la insistencia inteligente, el no rendirse, el tratar cosas, los métodos o los momentos distintos para lograr objetivos. Los incumplimientos de cualquier tipo, personal o profesional, tienen una regla de tres: las dos primeras se perdonan, la tercera no. No lleguemos a este extremo, reaccionemos a tiempo, dejémonos aconsejar, humildad, mucho esfuerzo y apertura.
Finalmente, la transparencia. Observar lo que es, transmitir “confianza”, credibilidad, coherencia entre lo que dice y hace. Es ejemplo a imitar, grato, ameno, cortés.
Evidentemente los cuatro elementos están asociados, se complementan, quizá hasta se sobreponen. Existen muchos aspectos para evaluar en una persona, pero si me refiero a cualidades, escojo estas cuatro para evaluar, motivar y promover entre mis compañeros, familiares, amigos, en el ámbito que esté. Contribuyamos siempre al buen ambiente, a la unidad.
Cierro diciendo que nadie es perfecto. Tal como empecé estas líneas, no se trata de lecciones de moral, sólo compartir en la línea de contribuir siempre a las relaciones positivas y sanas,
¿Quién no quiere una persona y profesional que además de capaz, tenga estas cualidades? Yo me apunto. ¡Buena suerte!
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