Sin ninguna duda a todos nos gustaría tener un tráfico más fluido, con menos embotellamientos y mucha más seguridad para los pasajeros. Para eso se necesita tener buenas autoridades, pero una mirada positiva nos diría que, mientras exigimos que ellas actúen, los ciudadanos, usted y yo estimados paisanos, y en especial los profesionales del volante, podemos lograr que eso mejore.
Es cierto que gran parte del problema del tráfico en Lima, Arequipa, Cusco o Trujillo, se origina por la mala infraestructura de las pistas, baches, falta de señalización y, con mucha frecuencia, obras inconclusas. Pero es cierto también que eso se complica por la forma de manejar de muchos de nosotros. Por los choferes desobedientes, que conscientemente no respetan los semáforos ni las señales de tránsito, a menos que haya un policía cerca.
También por los ignorantes, los que sabe Dios cómo consiguieron brevete, pues no conocen ni las reglas básicas, como ir por la derecha si van despacio o poner luz direccional para voltear. Y además por los muchos inocentes, que creen que pasarán más rápido si en vez de dar el pase bloquean con su vehículo una intersección. Lo que ninguno de ellos parece entender es que actuando así complican el tránsito para todos, incluidos ellos mismos. Y que en vez de manejar 20 minutos demoran el doble, gastan mucho más combustible y encima llegan molestos a su destino.
Para mejorar es importante que todos los que manejamos cambiemos de actitud, pero la buena noticia es que hay un grupo de personas que podrían ser líderes de esa mejora. Nos referimos a los casi 400 mil, sí, casi medio millón de choferes que nos dan servicio en sus taxis y combis, que al pasar largas horas conduciendo, tienen más experiencia que cualquier chofer particular. Además, que son señores, y cada vez más señoras, que con mucha frecuencia tienen mejor formación y educación que el promedio de la población. Si con su ejemplo decidieran enseñarnos a todos a manejar con respeto y con cortesía, ayudarían a mejorar ese caos que hoy todos, y mucho más ellos mismos, vivimos cada día.
Pero, mejor aún, actuando así no solo mejorarían su vida y la vida diaria de quienes sufrimos con el tráfico, sino que, mejor aún, aumentarían el respeto del público a su esforzado trabajo, esfuerzo que hoy la mayoría de los ciudadanos poco reconocemos. ¿De qué otras maneras creen usted, paisana, paisano y sobre todo usted amigo del volante, podemos, nosotros los ciudadanos, mejorar nuestro terrible tráfico?
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