Una vez más nos sorprende el liderazgo de jóvenes que asumen con pasión una causa mundial. Esta vez se trata de Greta Thunberg, sueca de 16 años que desde agosto pasado convoca a miles de niños y jóvenes de su país a sumarse a los “Fridays for future” (viernes para el futuro). Cada viernes Greta y sus seguidores dejan de asistir al colegio para ir al parlamento sueco a exigir pronta acción frente al calentamiento global. Sus acciones han merecido la escucha y el aplauso de representantes de más de 190 países en la Cumbre por el Cambio Climático de las Naciones Unidas en diciembre pasado en Polonia (ver discurso aquí)
Desde Bélgica, Anuna De Wever de 17 años protesta ante la sede de la Unión Europea; y en España las organizaciones juveniles se han movilizado y se organizan con el mismo propósito. Estos son los casos más sonados desde Europa con repercusión en el mundo, pero me atrevo a decir que son millones los niños, niñas y jóvenes que comparten la misma preocupación y que no desean que los adultos de hoy les heredemos “una casa quemada”, sino veamos las noticias del 15 de marzo del presente año, fecha en la que se han movilizado los jóvenes en más de 100 países. En el Perú, fue el Movimiento Ciudadano por el Cambio Climático quien lideró la movilización convocada en la Plaza 2 de Mayo. Bajo las consignas: “El pueblo consciente defiende el medioambiente” y “Cambiemos el sistema y no el clima”, miles de personas marcharon por las calles exigiendo justicia climática.
También en el Perú, la Red Infanto Juvenil por el Buen Vivir (REDINJUV) tiene entre los temas principales de su agenda el cambio climático y se pronuncian frente a la necesidad de prevenir la sobreproducción de basura y la deforestación, cuidar las fuentes de agua, remediar los daños producidos por la explotación de petróleo, gas y minería, entre otros temas. Por su parte el Movimiento de Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores también ha incorporado en su agenda la lucha por la protección del ambiente, para lo cual ha impulsado eventos y campañas en el Congreso de la República, así como acciones con las familias de sus afiliados y en las calles. Estas organizaciones miran el sistema neoliberal con sospecha y van tras el buen vivir o sumak kawsay, reivindicando la sabiduría de los pueblos originarios como alternativa que les permita vivir en justicia, armonía y libertad.
Las acciones de las niñas, niños y jóvenes no buscan enternecernos, buscan cambiarnos y llevarnos a la acción decidida, ellos y ellas están asumiendo responsabilidades como ciudadanos. Ellos no tienen miedo a hablar de un cambio del sistema, tampoco de levantar sus voces frente a los gobernantes porque exigen que les heredemos un mundo donde puedan vivir en libertad, en armonía con la naturaleza, después de todo son los que más sufren las consecuencias del cambio climático junto con las mujeres.
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