Hace un año, y a propósito del Día Internacional de la Mujer, en este espacio hablábamos de cómo la presencia femenina en la PEA (Población Económicamente Activa) de Lima Metropolitana, si bien seguía siendo mucho menor con respecto a la masculina, había crecido en 1,1 % del 2009 al 2019, según INEI. Doce meses después, y tras haber sufrido las consecuencias de la pandemia por la COVID-19, esa pequeña tendencia optimista ya no existe. Según un estudio de la Defensoría del Pueblo, hasta setiembre de 2020, la tasa de actividad laboral de las mujeres peruanas disminuyó en 12,7 %, mientras que la de los hombres apenas en 5,8 %.
Las cifras en la región son similares: el informe La autonomía económica de las mujeres en la recuperación sostenible y con igualdad, de Cepal (la Comisión Económica para América Latina y el Caribe), indica que la tasa de desocupación femenina en 2020 fue del 12 %, tras registrarse un fuerte abandono laboral debido a las demandas de cuidados en los hogares. Entonces, ¿qué podemos hacer para comenzar a revertir esta brecha que se ha ampliado tanto durante los últimos meses? La respuesta, una vez más, está en romper paradigmas e ir a contracorriente teniendo como bandera la creatividad e innovación.
A través de lo que tendría que ser un trabajo articulado entre la academia, el empresariado y el Estado; se deben crear procesos que erradiquen sesgos y promuevan la inclusión de las mujeres en el mercado laboral, entendiendo además que la diversidad de género provoca que las compañías aprovechen la diversidad de pensamiento para innovar y, por tanto, tomar mejores decisiones. Asimismo, esto permite elevar la reputación de las empresas y tener una mayor penetración en los mercados, donde la participación femenina venía creciendo hasta antes de la pandemia.
En línea con ello, según el artículo Why diversity matters de McKinsey & Company, está comprobado que las empresas que apuestan por promover una mayor igualdad tienen un 15 % de probabilidades de ganar más que la media de lo que gana su competencia que tienen menos igualdad. Así también, este mismo informe revela que cuando una compañía cuenta con una mayor diversidad de género en puestos directivos, obtiene mayores beneficios; por cada 10 % de aumento en la diversidad de género, el beneficio antes de intereses e impuestos es un 3,5 % mayor.
Más allá de los números y la estadística, toca ponerse el overol y trabajar con más esfuerzo que antes, inspirados también por todas esas peruanas que en estos meses perdieron su trabajo, pero -hemos sido testigos a través de las noticias y las redes sociales- se han reinventado emprendiendo solas en diversos sectores, como el de la moda, la gastronomía y tantos más. Pongámonos en modo creativo y no perdamos de vista el objetivo de vivir en una sociedad más justa y equitativa, con más y mejores oportunidades para todos y todas.
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