Todos tenemos claro que las empresas debemos apostar por la innovación; pero ¿cómo hacerlo? ¿Cómo gestionamos la innovación? Las empresas top invierten y nutren esta capacidad, tratando de descubrir cuál es el camino adecuado para lograr procesos de innovación efectivos en nuevos productos o servicios, que permitan obtener resultados superiores de rendimiento comercial.
A medida que las empresas se centren cada vez más en la innovación, disminuyen los obstáculos que frenan el crecimiento. Por ello, se requieren niveles crecientes de compromiso con la innovación, partiendo desde los líderes de la organización, para mejorar la posición competitiva. Sin embargo, este proceso de innovación muchas veces resulta complejo y difícil de implementar.
En ese sentido, aún no existe un marco integral y sistemático aceptado que guíe a los gerentes hacia la innovación exitosa. Al respecto, muchas empresas y académicos han sugerido que la gestión de la innovación no puede ser sectorial o específica de la industria, sino de la empresa netamente. Es decir, que las diferencias a nivel empresarial, como el entorno competitivo, la estrategia, la complejidad de la tarea y el estilo de gestión, hacen que la importancia de cada proceso de innovación pueda variar entre las empresas.
En ese contexto de incertidumbre teórica respecto a cómo gestionar la innovación, los investigadores de la Universidad de Melbourne, en Australia, sostienen que la capacidad para gestionarla no es una construcción identificable por separado, pues se compone de prácticas y procesos de refuerzo dentro de la empresa. Así, los elementos que componen una capacidad de innovación se agrupan en siete elementos clave, los cuales se han creado a partir de la literatura sobre la gestión de la innovación, así como de los modelos de mejores prácticas, como los Baldrige Quality Awards y los estudios de firmas innovadoras: 1) visión y estrategia, 2) organización que aprende, 3) inteligencia organizacional, 4) creatividad y gestión de ideas, 5) sistemas organizacionales, 6) cultura de innovación y clima, y 7) gestión de la tecnología.
En conclusión, cuanto más fuerte sea la capacidad de innovación que posee una empresa, más eficaz será su rendimiento de innovación y, por ende, tendrá mejores resultados organizacionales. La noción de capacidad es útil en la innovación, ya que es la capacidad de innovar la que crea el potencial para generar comportamientos en toda la empresa, que lleven a actividades de innovación sistemáticas. Las organizaciones que desarrollen e inviertan de forma consciente y explícita en estos aspectos de la capacidad de innovación, individual y colectiva, tendrían una mayor probabilidad de lograr resultados sostenibles de innovación como el motor de su desempeño organizacional.
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