Enrique Shaw fue un marino y empresario argentino declarado venerable por la Iglesia Católica. Todos los documentos para su proceso de beatificación y canonización están en la Congregación de la Causa de los Santos en el Vaticano. Este 27 de agosto se cumplen sesenta años de su partida.
Enrique nació en Francia, el 26 de junio de 1921. Poco tiempo después fue llevado por sus padres argentinos, a este país americano. Cuando tenía cuatro años, su madre, Sara Tornquist, fallece. Su padre, Alejandro Shaw, encomendó su formación espiritual, junto a la de su hermano Alejandro, al P. Goycochea, sacerdote sacramentino.
Llegó a ser alumno sobresaliente del colegio “La Salle”, donde figuró en el primer puesto del cuadro de honor y vivió en forma comprometida su fe. Siendo un joven de una familia acomodada, renunció a este comfort e ingresó a la Escuela Naval, donde vivió un extraordinario testimonio cristiano.
En 1943, se casa con Cecilia Bunge, con quien tiene nueve hijos. En 1945, fue enviado por la Marina a la Universidad de Chicago en EE.UU. para estudiar meteorología. Shaw decide retirarse de la marina para convertirse en obrero, pero persuadido por un sacerdote amigo, se propuso llevar el evangelio al mundo empresarial.
Él decide ser empresario porque quería ayudar a su gente. Llegó a ser Director Delegado de Cristalerías Rigolleau. “Es indispensable mejorar la convivencia social dentro de la empresa. Importa mucho que el dirigente de empresa sea accesible. Hay que humanizar la fábrica. Para juzgar a un obrero hay que amarlo”, decía.
Buscó el crecimiento humano de sus trabajadores inspirándose en la Doctrina Social de la Iglesia. Al igual que en la marina o en una familia, para él, la empresa tenía que ser una comunidad de personas. Según diversos testimonios, conocía a todos sus trabajadores que eran casi cuatro mil.
Participó en la Acción Católica y el Movimiento Familiar Cristiano. Funda la actual Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE). Promovió el ingreso a UNIAPAC (Unión Internacional Cristiana de Dirigentes de Empresa). Cumplía todas sus responsabilidades personales y profesionales viviendo una intensa vida espiritual y sacramental.
En 1957, le detectan cáncer. Shaw acepta con serenidad esta prueba e inicia sus tratamientos contra la enfermedad. Cuando necesitó transfusiones de sangre, fueron los mismos obreros, más de 260, quienes le donaron sangre para tratar de ayudarlo. El 27 de agosto de 1962, a los 41 años, Enrique Shaw fallece.
El empresario y vice postulador de la causa de canonización y miembro de ACDE, Fernán de Elizalde, recuerda que “una de las últimas palabras de Enrique al morir fue que estaba contento en el momento de su muerte porque sus venas corría sangre de obreros”.
A inicios de este año, Sara Critto, nieta de Shaw, publicó un libro con más de mil 600 cartas escritas del noviazgo y los primeros años de casados de Enrique y Cecilia. Cabe señalar que, uno de los hijos del matrimonio Shaw Bunge es sacerdote miembro de la Prelatura Opus Dei y desde 1979 se encuentra en África.
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