El 11 de febrero recordamos el inicio de las apariciones de la Virgen a una niña de 14 años en el pueblo de Lourdes, Francia. Bernardita Soubirous, hija mayor del matrimonio de Francois Soubirous y Louise Castérot, fue la joven a quien la Virgen se le apreció como “la señora vestida de blanco” en la gruta de Massabielle en 1858.
El sacerdote René Laurentin, teólogo e historiador francés que estudió en detalle las apariciones marianas en el mundo y se especializó en investigar las de Lourdes, ha escrito numerosos libros. El falleció en el 2017 a los 99 años. Como señala en “Vida de Bernardita”, Dios escogió a los más débil y pobre en el mundo para concretar sus designios de misericordia.
Santidad del pobre
Bernardita fue la pequeña vidente, una niña de 14 años, que padecía de asma y que no sabía leer ni escribir. Gracias al testimonio fiel de lo que la Virgen le pedía, como el pedido expreso a los sacerdotes de construir una capilla en aquella gruta de Massiabelle, Dios a través de la Virgen obrarían un sinfín de milagros.
Pero, ¿cómo le creerían las autoridades eclesiásticas de Lourdes que era la Virgen la que se le había aparecido? El 25 de marzo, “aquella señora vestida de blanco” le dijo: Soy la Inmaculada Concepción, un dogma promulgado por el papa Pio IX, cuatro años antes. Aquella respuesta no podía venir de aquella niña pobre e iletrada.
Ocho años después de las apariciones, Bernardita ingresó al convento de Saint-Gildard en Nevers y vivió como religiosa de la Congregación de las Hermanas de la Caridad durante trece años. Según refiere Laurentin, Bernardita ingresó al convento para “ocultarse”. Además, padeció de una salud frágil y una vida probada.
La Virgen le había dicho —el 18 de febrero de 1858— en palabras textuales: «Yo no te prometo que te vaya a hacer feliz en este mundo, sino en el otro». Un mensaje que mantuvo en secreto hasta su muerte. Para René Lauretin, Bernardita supo asumir humildemente el sufrimiento, mejor que los intelectuales, sabios y eruditos.
Bernardita muere a los 35 años, el 16 de abril de 1879. Fue canonizada el 8 de diciembre de 1933 por el papa Pio IX, en la fiesta de la Inmaculada Concepción. “Cuanto más sencillo se escriba será mejor. A fuerza de querer adornar las cosas, se las desfigura”, dijo Santa Bernardita en su lecho de muerte.
Laurentin explica que las personalidades fuertes, como la de Bernardita, en el plano humano estaba “dotada para las responsabilidades, pero a quien su posición fuera de serie hizo mantener en una situación «protegida». Ella sufre por no realizar sus posibilidades humanas. Y esto contribuye a explicar por qué murió joven”.
Primer milagro y curaciones obradas en Lourdes
Son numerosas las curaciones atribuidas al manantial que brota de la gruta de Massabielle, donde se le apareció la Virgen a Bernardita. Durante la séptima aparición, la Virgen le dijo a la joven: “Vete a beber y a lavarte en la fuente”. La joven cavó con sus manos un pozo de donde surgió una vertiente de agua fresca y pura.
El hecho fue considerado un milagro y esa agua con dones especiales. El primero de muchos milagros fue el de Catherine Latapie, una mujer en cinta de nueve meses, que caminó más de siete kilómetros con sus dos hijos menores. Tenía el brazo roto y dos dedos de la mano derecha paralizados y no le permitían trabajar ni hilar.
Ella metió la mano en el arroyo de la gruta y una gran dulzura la invadió, explica Laurentin en su libro. Los dedos encogidos recobraron su agilidad. La madre regresó caminando los más de siete kilómetros a su casa en Loubajac. En seguida dio a luz sin ayuda de nadie y casi sin dolores. El niño es Jean-Baptiste, que sería sacerdote.
Este es apenas el primero de muchos milagros obrados a lo largo de más de 165 años desde la primera aparición de la Virgen en Lourdes aquel 11 de febrero de 1858. Son miles de historias y milagros que han traspasado las fronteras de Francia. Pues, ¿quién no recibe con fe y agradecimiento una botella con agua bendita de Lourdes?

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