En tiempos de pandemia, la situación de la familia en el plano de la salud y lo económico viene siendo afectado. Si bien no hay muchos datos sobre la marcha de la familia en este tiempo es un tema que me preocupa. Pero, ¿que tiene de importante la familia, sobre todo en estos tiempos de pandemia?
Está muy sabido que la familia es la célula de la sociedad. Pero detrás de esta frase repetida hay muchas verdades que es necesario profundizar. Es en la familia donde se forma a las personas que en el futuro conformarán una sociedad y en última instancia un país.
Según el filósofo español Rafael Alvira, si no hay familia doméstica, el hombre no descubre su carácter de persona. A partir de ese reconocimiento, según explica, se puede emprender la tarea de perfeccionamiento de las facultades del hijo. En esa tarea de educar, la familia cumple un papel indispensable pues ayuda a crecer.
En la complementariedad entre los padres es donde el niño aprende a su vez a colaborar, aprende una correcta educación y recibe el importante apoyo afectivo. Por el contrario, el niño que no sabe o no ha aprendido a colaborar se puede convertir en un trepador, en alguien que aspira al triunfo a costa de los demás.
Durante los primeros años es necesario que el niño adquiera una normalidad afectiva. La complementariedad de funciones entre los padres se da naturalmente. El padre enseña al hijo a través del juego y permite al niño crecer en fortaleza. La madre puede ayudarlo a consolar. De ella viene la valoración del hijo.
Es en la familia donde uno aprende a dar y recibir, esencia de las relaciones humanas. Es en la familia y a través de los padres donde el niño ratifica su ser personal. Es en la familia donde aprende a interesarse por cada persona, empezando por el más débil.
Otra dimensión importante que se aprende a partir del amor en familia es tomar decisiones adecuadas. La toma de decisiones adecuadas tiene relación y se pone a prueba en el amplio mundo del trabajo. Por tanto, cuando el mundo laboral se oscurece y se hace mecánico, es porque las familias han perdido vitalidad.
Por ello, miremos más de cerca a la familia, lugar privilegiado que ayuda a la persona a encontrar su origen y seguridad personal. Y partir de allí, con esperanza y optimismo, el ser humano se abre a la tarea de desplegar sus capacidades para realizar el encargo que tiene en la vida.
Es necesario también comprender que más radicalmente la seguridad del niño reside en la filiación divina que tiene y con el que se obtiene la seguridad más plena. Solo así, reconociendo la necesidad de lo divino o trascendente que tenemos, obtendremos al fuerza y gracia para emprender las tareas encomendadas.
En esta pandemia global se ha evidenciado la importante capacidad, resiliencia y fortaleza que tiene la familia para salir adelante en medio de las pruebas y dificultades que ha conllevado el aislamiento social. Que sigamos buscando en lo cotidiano y sobretodo en los trascendente y divino, las respuestas a las interrogantes más profundas de la familia.
Comparte esta noticia