Por Sebastián Velásquez
Psicólogo clínico, escritor de psicología y neurociencia, y editor
Hace unos días desperté con una triste noticia: Pau Donés, vocalista del grupo musical español Jarabe de Palo, había fallecido de cáncer al colón luego de casi cinco años de lucha contra la enfermedad. Aunque no era muy simpatizante de su música, sí lo era de él como persona: era un tipo realmente genuino, un fenómeno muy extraño no solo en la actualidad, sino en todas las épocas. ¿A qué me refiero con esto? A que Pau Donés, caminaba, tal y como lo podemos ver en el videoclip de la canción Bonito, sin pretensiones sociales o económicas; caminaba como si se sintiera libre de ataduras y de pesos; y su relación con las personas era totalmente empática. Era una persona sincera consigo misma y con los demás: sabía lo que necesitaba, sabía quién era. No se escondía detrás de una máscara o una apariencia. Y esto era algo que todos podíamos notar: en sus entrevistas, no había glamur, porque el encanto que transmitía venía desde adentro. Incluso en sus últimos años, cuando el cáncer ya lo había debilitado, siempre mantuvo el buenrollismo, como dirían los españoles.
¿Qué es lo que tenía Pau Donés que lo hacía ser así?
En su canción Grita, él nos dice lo siguiente: Hace días que me fijo/No sé qué guardas ahí dentro/A juzgar por lo que veo/Nada bueno, nada bueno/De qué tienes miedo/A reír y a llorar luego/A romper el hielo/Que recubre tu silencio/Suéltate ya y cuéntame/Que aquí estamos para eso/Para lo bueno y para lo malo/Llora ahora y ríe luego. Parece estar hablando de observar qué tenemos dentro, detrás de nuestro silencio que está protegido por una capa de hielo. ¿Nos suena familiar? Si tuviera que elegir la razón por la cual Pau Donés parecía ser feliz, creo que me quedaría con esto: con la capacidad de introspección, esa práctica de mirarnos a nosotros mismos, y de darnos cuenta quiénes somos y qué deseamos.
Pero esta capacidad no es algo gratuito y simple de hacer. No consiste en despertarse y decirse frente al espejo: «Seré genuino», «Seré feliz». Es un trabajo y un esfuerzo de años. Es, de hecho, el logro de todo un proceso de psicoterapia para muchas personas. Algunas tendrán más facilidad y a otras les costará más, como todo en la vida. Pero este es uno de los secretos del bienestar y es lo que busca todo psicoterapeuta al terminar la terapia: cuando el paciente llega a desarrollar la capacidad de insight o de auto-conciencia (como también se le conoce a la introspección) sobre los asuntos que lo aquejan, el proceso prácticamente ha concluido.
¿Por qué la introspección nos ayuda a sentirnos mejor?
No creamos que la introspección es un camino fácil o un tip inmediato. Podría llevar muchos, pero muchos años dominarla. Y se aconseja que se desarrolle tanto en terapia, como fuera de ella, es decir, que se busque un apoyo externo, además de convertirla en una práctica diaria. Pero, si podría costar esfuerzo, ¿por qué debería embarcarme en este proyecto? Pues porque la introspección te va a cambiar la vida por completo: vas a mirar en esos lugares de tu mente que nunca has visto antes, en los puntos ciegos que desconoces y que son los que te hacen actuar, sentir y pensar como lo haces. Muchas de las decisiones que tomas están sujetas a deseos e impulsos que ignoras, y a situaciones de la infancia que no logras reconocer de forma consciente.
Te hago unas preguntas: cuando compras ropa, te cortas el cabello, vas a un restaurante o visitas una discoteca, ¿cómo eliges la prenda, el peinado y el lugar? ¿Escoges lo que realmente necesitas o estás buscando estatus y buenas opiniones de los demás? ¿Cuán seguido haces esto? ¿Por qué crees que necesitas aparentar algo? ¿Qué experiencia de tu infancia podría haber hecho que tu necesidad de aprobación crezca? Como les digo, se trata de mirar hacia adentro. Les cuento una anécdota para que esto quede más claro. El año pasado, publiqué en mi cuenta personal de Facebook, una revista de divulgación científica en la que había participado desde su creación. Un contacto me hizo un comentario: «Las publicaciones científicas no tienen muchos likes». Lo que me pregunté en ese momento fue «¿Por qué siempre estamos en búsqueda de más likes?», «¿De dónde viene ese deseo?», «¿Yo también persigo eso?», «¿Qué situaciones de mi infancia me podrían haber llevado hasta ese lugar?». Eso es introspección.
¿Cómo podemos mejorar esta capacidad?
Desde ya les digo que la mejor manera para desarrollar esta capacidad es ir a terapia: el psicoterapeuta va a saber a qué ritmo ir, qué temas tocar, cómo tratar con las emociones que van aflorando y, sobre todo, va a ser capaz de darse cuenta de los trucos que usa nuestra mente para no relevar información con el fin de proteger nuestro bienestar. Pero, por nuestra cuenta, también podemos avanzar un poco hacia esa meta.
- Hagamos uso de la autocompasión: no nos miremos con ojos críticos. Si nos juzgamos al reconocernos, vamos a sentir menos bienestar y, posiblemente, nuestra mente solo nos muestre las cosas que queremos ver.
- Vayamos de a pocos: no todas nuestras experiencias han sido igual de intensas, así que siempre elijamos ir de menos a más.
- Elijamos un momento del día: las sesiones de psicoterapia tienen un espacio y un tiempo, así que elijamos un lugar y una hora del día para realizar esta práctica. Generalmente, se utilizan 45 minutos, una vez por semana.
- Utilicemos preguntas profundas: «¿Por qué me comporto así con mi pareja?», «¿Qué deseo hay detrás?», «¿Qué experiencias de la infancia podrían ser la causa?».
- Identifiquemos qué emociones afloran, por qué están ahí, de dónde vienen, en qué otras ocasiones nos hemos sentido así y a qué situación de la infancia nos recuerda.
Pau Donés nos deja este mensaje de vida: mirar hacia adentro es la clave de nuestro bienestar.
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