Los países de Báltico están inmersos en los preparativos para poder albergar tropas adicionales y se disponen a establecer nuevas bases militares y campos de tiro ante la presnecia del Grupo Wagner en Bielorrusia.
Después del motín que protagonizó el Grupo Wagner en Rusia, Polonia y las repúblicas bálticas refuerzan sus fronteras y reciben apoyo militar de socios de la OTAN mientras siguen con inquietud la evolución en Ucrania y ahora también en Bielorrusia tras la llegada a este país de los mercenarios.
"¿Qué persiguen realmente las fuerzas del grupo Wagner, que es lo mismo que decir del ejército ruso, en Bielorrusia? ¿Tendrán la intención de ocupar ese país o de lanzar un ataque desde el norte contra Ucrania (...) o se trata de una manera de amenazar a los países de la OTAN, a Polonia?" interrogó el presidente polaco, Andrzej Duda, hace pocos días.
Refuerzo "serio" de presencia militar
El jueves, el viceministro de Interior admitió que, a pesar del "nuevo escenario", Varsovia no tiene previsto reintroducir el estado de alarma en su frontera con Bielorrusia "por el momento", aunque al mismo tiempo, el viceprimer ministro Jaroslaw Kaczynski anunció un "refuerzo muy serio" de la presencia militar polaca en su flanco este.
A pesar de la incertidumbre dominante en estos momentos, para el experto en geopolítica Wojciech Michnik, profesor adjunto de Relaciones Internacionales y Estudios de Seguridad en la universidad Jaguelónica de Cracovia (sur), "la inestabilidad en Rusia o Bielorrusia no es algo nuevo".
Aunque "Polonia va a vigilar de cerca cualquier cosa que pase en Bielorrusia", la presencia de los mercenarios Wagner en ese país, cualquiera que sea su número, "no constituye una amenaza directa a Polonia, sino que es de hecho más peligrosa para Ucrania y quizás, potencialmente, para los países bálticos", explicó a EFE en conversación telefónica.
"El Grupo Wagner, al menos el contingente del tamaño que se dice que se establecerá en Bielorrusia, no es lo suficientemente fuerte u organizado como para ser una amenaza para Europa, no pueden ejecutar acciones disruptivas o decisivas por sí mismos", añadió Michnik.
En la región báltica, la reacción inmediata al intento de insurrección fue el endurecimiento de los controles fronterizos en los límites con Rusia y con Bielorrusia, mientras que Letonia llegó al extremo de suspender por completo el tramitación de visados por parte de ciudadanos de esos dos países.
El presidente lituano, Gitanas Nauseda, advirtió de que la OTAN debería reforzar su flanco este en respuesta a la amenaza.
"Si (Yevgueni) Prigozhin o parte del grupo Wagner (del que es jefe) terminan en Bielorrusia con planes e intenciones poco claros, significará solo que tenemos que reforzar todavía más nuestra seguridad en nuestras fronteras orientales", declaró.
Presiones ante próxima cumbre de OTAN
Las tres repúblicas están presionando porque la presencia de Wagner en Bielorrusia sea tenida en cuenta a la hora de tomar decisiones en la próxima cumbre de la OTAN en Vilna los próximos días 11 y 12 de julio, donde esperan que se dé luz verde al estacionamiento permanente de brigadas de la alianza en el báltico.
El ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, ya ha avanzado que Berlín está dispuesta a estacionar de forma permanente a 4 000 efectivos en Lituania, tan pronto como el mando aliado lo autorice y se hayan levantado las infraestructuras necesarias.
Los tres países están inmersos en los preparativos para poder albergar tropas adicionales y se disponen a establecer nuevas bases militares y campos de tiro.
Así, el Parlamento letón ha allanado el camino para construir hasta 2025 en el sudeste del país el mayor campo de entrenamiento militar del báltico, con 27 000 hectáreas y un coste estimado de 38 millones de euros.
También Estonia ha anunciado planes para construir una nueva base en el sudeste del país y expandir la principal base militar en Tapa, para ser capaz de acoger fuerzas adicionales de la OTAN.
Los países bálticos también están en proceso de reforzar sus propias fuerzas armadas, y Letonia ha reinstituido el servicio militar, en principio de forma voluntaria, cerrando la primera fase de reclutamiento con un excedente de 500 soldados.
Estonia, que al igual que Lituania ha mantenido el servicio militar obligatorio durante décadas, anunció en marzo la intención de incrementar el número de efectivos disponibles para defender al país ante una agresión bélica de 26 700 a 43 700 soldados. (Con información de EFE)
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