El icónico músico, cantante y compositor argentino está en el Perú y conversó con RPP Noticias antes de su concierto sobre su nuevo álbum “Lebon & Co” y recordó a leyendas como Luis Alberto Spinetta y Charly García.
David Lebón tiene 67 años, pero afirma —con total seguridad— que antes de partir grabará unos cinco discos más. Solo así “se quedará tranquilo”. El músico guitarrista, ícono del rock argentino, es recordado por haber tocado junto a los más grandes, en bandas como Pescado Rabioso, Serú Girán (junto a Charly García, Pedro Aznar y Oscar Moro) y Polifemo.
Pocos imaginarían que, habiendo compuesto tanta —y tan buena música—, Lebón odia viajar en avión, “porque siente algo en el pecho que no le da más”. La única vez que lo hizo sin pensarlo fue para ir a ver a Charly García, su mejor amigo, que se encontraba solo en Nueva York y le pedía entre lágrimas que viajase a verlo.
Esta anécdota la cuenta el propio David en esta entrevista, además de hablar con sinceridad sobre su familia, su hija transexual, su labor como músico y los detalles sobre su nueva producción: “Lebon & Co”, una joya musical que reúne doce temas suyos interpretados junto a artistas como Fito Páez, Andrés Calamaro, Pedro Aznar, Carlos Vives, Leiva y Julieta Venegas, entre otros. David Lebón no se considera un artista; solo es un músico que hace las cosas, como él dice, desde el corazón.
El álbum “Bicicleta”, que grabaste con Serú Girán en 1980, destaca tu labor como compositor y vocalista. ¿Qué recuerdos tienes de haber sido parte de una agrupación tan importante para el rock argentino?
Fue hermoso, como todos los procesos de las bandas en las que he tocado, pero fue especial porque estábamos solo Charly y yo en ese momento y así empezamos a componer. El primer tema fue “Seminare” y Charly quería que yo estuviera cantando. Armamos luego un super grupo y, a pesar de que al principio la gente no entendía bien lo que estábamos haciendo, la gente amaba a Charly… podía entrar sin calzoncillos al escenario y la gente lo amaba igual. Lo amaban porque sabían lo que tenía dentro.
Todo el mundo quería a Charly: ¿Por qué crees que lo respetaban tanto?
Porque Charly era un tipo que iba al frente, no le tenía miedo a absolutamente nada. Empezó a hacer canciones, como el tema de Alicia, que habla de todo lo que estaba pasando en Argentina pero por debajo de la mesa. Utilizó el cuento de "Alicia en el país de las maravillas" para reflejar lo que sucedía con los militares y con el pueblo. Era muy inteligente.
¿Cómo fue trabajar por tantos años con Charly García, tanto en Sui Géneris como en Serú Girán?
Te voy a contar una anécdota que no me hizo muy feliz, pero al final me terminé riendo con él como siempre. A mí no me gusta viajar porque soy claustrofóbico y paniqueo… me agarran cosas aquí adentro muy fuerte. Bueno, me llama Charly desde Nueva York llorando: “Vení, por favor, vení que estoy mal”, me dice y yo era su mejor amigo. “Pero si vos sabés que yo no viajo”, le dije y me respondió que estaba solo en un hotel. Se sentía mal. Luego me vi en el aeropuerto tomando un vuelo a Nueva York y cuando llego allá, toco el timbre, me abren la puerta y estaba Charly con tres chicas tomando y le digo “¡Me llamaste porque estabas mal!” y me dice: “Sí, pero ya se me pasó” (ríe).
Tienes este pánico pero eres músico: ¿cómo llegaste a conciliar ambas cosas?
Es parte del trabajo. Mirá, la cabeza no entiende nada… yo le digo la inquilina. La inquilina vive de lo que aprendió en la tierra, pero el corazón aprende otra cosa: aprende a ser bueno, aprende a amar, a perdonar.
¿En qué se diferencia la escena del rock que te tocó vivir, junto a Charly García, Luis Alberto Spinetta y Pappo (entre otros) con la actual?
Son lo mismo. La diferencia es que los chicos usaban trajes, flequillito, el pelo largo… los jóvenes de hoy no son tan mandados como Lennon que, más que tener un discurso político, tenía uno verdadero. Ahora, yo personalmente le recomiendo a los jóvenes que hagan canciones de amor, canciones que hagan llorar a la gente. Ya vimos lo que está pasando en la calle, hagamos otra cosa, tapemos eso con algo lindo.
En una entrevista que te hicieron en “La Nación” dijiste que, después de todo lo que habías vivido, ya no tenías miedo. ¿A qué le temías antes?
No, ya no lo tengo. Antes le tenía miedo a la muerte, al dolor. Cuando era joven no entendía en dónde estaba viviendo… me hicieron de todo de joven, pero no pudieron cambiarme la cabeza ni el corazón. Imposible.
¿Qué significó para ti que la revista “Rolling Stone” te ubicara en el tercer puesto de los 100 mejores guitarristas del rock argentino?
Fue un regalo, porque es una revista importante en todo el mundo. Yo estoy muy agradecido, y toda mi vida fui una persona agradecida… mucho, poco, no me importaba. Yo soy rockero, yo nací en el rock y me voy a morir en el rock, a pesar de que puedo hacer baladas (solo si tienen solo de guitarra, sino no toco).
Como Los Beatles, que fueron siempre tu influencia.
Yo escuché a los Beatles toda mi vida, son un perfecto ejemplo, porque tienen “Yesterday”, pero de pronto salen con “Helter Skelter”.
Las nuevas generaciones han dejado un poco de lado al rock y prefieren inclinarse hacia los ritmos urbanos: ¿por qué crees que ha sucedido esto?
A mí me parece que simplemente no ha salido una banda que destaque, como pasó con The Police. De repente se separaron los Beatles, falleció John Lennon y después, aparte de los grupos ingleses, no había nada. De repente salió The Police y rompió todo. Espero que las nuevas generaciones tengan buenos grupos para escuchar.
Cuando eras pequeño viajaste a Estados Unidos para tratarte el asma y eso coincidió con el fallecimiento de tu padre.
Sí, falleció mi padre a los 42 años. Yo tenía ocho y fue muy fuerte porque no entendí muy bien lo que había pasado. No sé, estaba lleno de médicos, mi viejo estaba con cosas puestas por todos lados… mi familia estaba llorando. Obviamente la cosa no estaba bien. Y yo tenía ocho años pero estúpido no era, mi hermana me llevó al baño y me dijo “papá se durmió”. No lloré durante 12 años su muerte.
¿Por qué te costó tanto tiempo procesar su partida?
Porque yo no entendía bien y nunca creí en la muerte; siempre pensé en el cambio de cuerpo. Creo que solo creía en las cosas que me parecían más lindas.
A pesar de la muerte de tu padre, fue justamente cuando viajaste a Estados Unidos que se dio tu primer acercamiento a la música.
Sí, lo que pasa es que luego de viajar para allá, cuando regresé a Argentina estaba un poco más avanzado gracias a lo que estaba pasando en Estados Unidos. Yo había visto a Jimmy Hendrix en vivo y cuando le hice escuchar “Purple haze” a mis amigos me dijeron “pero canta todo desafinado” y yo les respondí “sí, así es él”.
¿Cómo es tu proceso de composición? ¿Eres disciplinado?
No me gusta trabajar así; yo espero que salgan solos los temas y, cuando salen, digo “¡Uy grabémoslos ya mismo!”. Pero no soy de sentarme y darle y darle; confío mucho en mí mismo porque cuando nací, y descubrí que podía tocar, me di cuenta que dentro mío había alguien que sabía más que yo. La paciencia, entonces, es primordial para mi vida. Esperá, porque te puede venir en cualquier momento la inspiración, como a mí me salió este disco, el mejor vendido en este momento de Argentina.
¿Tuviste paciencia también con tu hija Tayda cuando decidió iniciar su proceso de transición para ser mujer?
Siempre la apoyé… lo único es que no entiendo, no llegué a la edad de entender, pero sí lo permito, porque tiene que ver con amor y con cambios. Es la vida de cada uno. Tayda vive siempre generando cosas: arte, música, desfiles, de todo y un día, hace algunos años, me contó que iba a pasar esto y yo la verdad me asusté un poquito, porque fui el primero que la vio besarse con un tipo de barba (ríe). Cerré la puerta y pensé: “bueno, yo soy rockero, supuestamente soy libre”.
A pesar de que no lo entendiste, ¿la apoyaste?
Yo lo amo y cuando le escribo le digo que lo extraño y que me perdone si todavía le digo hijo. Me va a costar un poco.
¿Te pide que le digas hija?
Me lo escribe, me dice “soy tu hija”, pero es muy respetuoso conmigo.
De repente es solo cuestión de tiempo.
Y sí, capaz que nos operamos los dos y salimos contentos a la calle.
La semana pasada, conversaba con el vocalista de la agrupación de rock peruano Frágil y me decía que no entendía por qué los jóvenes ahora prefieren el reguetón o el trap por encima del rock. ¿Qué piensas tú?
Lo que pasa es que, a ver, no quiero quedar bien, pero quiero que se entienda: es más fácil hacer reguetón que hacer rock, o una canción linda. Son palabras y palabras con un beat que se repiten, nada más.
Hablemos sobre tu nueva producción: “Lebon & Co”
Este disco ha sido para mí un descanso, porque hemos tomado temas míos —cada uno eligió el que más le gustaba hacer— y lo único que hice prácticamente fue cantar y tocar. No dirigí nada y me encantó porque pude divertirme como se divierten los músicos cuando el artista está trabajando con su productor. Pero la palabra artista para mí es para un pintor, un bailarín; yo me considero solo un músico.
¿Qué diferencia a un artista de un músico?
El músico lo que hace es cantar y componer canciones hermosas. El único que era artista era Spinetta, porque dibujaba y hacía unas poesías de la puta madre.
Una de las canciones de este nuevo disco la grabaste junto a Julieta Venegas.
Yo no la conocía y entró una mina chiquitita y yo soy muy “papá amigo”, soy muy cariñoso. Bueno, a Julieta le preguntamos y le encantó la idea y se mudó a Buenos Aires. Elegí una canción (“Puedo sentirlo”) que, en verdad, me hubiera gustado grabarla así cuando la saqué por primera vez, hace muchísimos años. Fue un hit y ahora volvió a serlo en Buenos Aires. Es el disco que más se está vendiendo en este momento allá, y yo hace un buen tiempo que no escuchaba la palabra “disco”, porque capaz que querían sacarlo en formato de caja de fósforos, prendés uno y soná un tema, pero gracias a dios salió en vinilo —que tiene la tapa que es como un regalo— y además el sonido es otra cosa.
Ya que bromeas con la música y las nuevas tecnologías: ¿cuál es tu relación con las redes sociales? Leí que no eras muy fan de ellas.
Eso fue en un principio. Lo que pasa es que mi esposa, que es también mi mánager, me cuida mucho porque soy recontra sensible, cualquier cosita me manda tres días a la cama. Y me dicen “pero es una tontería”, pero ya me lo dijeron, ¿viste? Entonces nos cuidamos mucho en eso. Pero ahora me encanta porque he podido acercarme a la gente en las redes y la verdad es que son maravillosos.
Tras este disco, que viene siendo todo un éxito, ¿quieres continuar haciendo música?
Sí, hasta que ya no pueda más. Ya me están cansando un poco los viajes… pierdo la voz por momentos y además yo no me cuido, pero estoy contento. Me gustaría grabar unos cinco discos más y ya quedarme tranquilo.
En la película “Mi obra maestra”, de Gastón Duprat, Francella describe a Buenos Aires como “la capital de un imperio que nunca existió”. Dice que la ciudad tiene la sofisticación de las capitales europeas, pero con la justa cuota de decadencia, que hace que la ciudad respire. ¿Buenos Aires es “caótica, imprevisible, cruel y contradictoria”?
Es un capo Francella. Buenos Aires siempre está al borde de todo, pero a la juventud la veo bien; no se drogan como nos drogábamos nosotros cuando éramos jóvenes. Por lo menos lo que yo vi es eso, la juventud argentina pelea por lo que quiere y por estudiar y necesitamos eso: gente con el cerebro fresco que quiera crear nuevas cosas.
EL DATO
La leyenda del rock argentino llegará a Lima con nuevo disco “Lebon & Co", en un show que se celebrará el 17 de julio en la Sala Raimondi (Salaverry Castillo 143, Barranco). Las entradas están a la venta en Teleticket.
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