Nicolás Duarte, exvocalista de Cuchillazo, revela el motivo de la separación de la banda

“Nuestra amistad queda incólume y es eterna”. Con esa frase, Nicolás Duarte, Rafael Otero y Capi Baigorria anunciaron el 16 de febrero la disolución de Cuchillazo, la banda peruana que a inicios de los años 2000 trajo aire fresco al rock peruano, con temas como “Máquina”, “Colgado”, “Escribir todo de nuevo”, entre otros. Canciones que encontraron su impulso al integrar el soundtrack de la exitosa serie “Misterio” y que, a la fecha, mantienen la fuerza de sus afiladas letras.

Sin embargo, lo que no aclaraba ese mensaje era el motivo por el que la agrupación decidía separarse. “Son muchas razones, pero se podrían resumir en el tiempo”, dijo Duarte, ahora exvocalista y guitarrista, en conversación con RPP Noticias. Para él, los veinte años que llevaba unida la banda les dio a los integrantes la sensación de que habían cumplido tantos ciclos que ya no vislumbraban “muchas sorpresas en el futuro”.

“Habíamos grabado siete discos (dos de ellos en vivo), tocado en todas las ciudades del Perú, también afuera en Argentina y Colombia… ¿Cómo hubiera sido si esta escena, que tanto se critica, fuera como la argentina, la chilena o la colombiana? De repente nos hubiéramos separado antes. El hecho de que hayamos durado tanto se debe a que esta es una escena que te obliga a batallar y mantenerte en carrera porque amas lo que haces”, ensayó Duarte.

A raíz de la pandemia, este trío de rockeros decidieron tomarse un descanso en vez de continuar en el ruedo. Y en medio del respiro se dieron cuenta de que era momento de parar. “Empezamos a recuperar algo que habíamos ido perdiendo con los años: la amistad sin la contaminación de la relación laboral”, apuntó el cantante. De Cuchillazo, no obstante, queda un legado: la huella de una música sentimentalmente comprometida, que toca fibras al abordar las urgencias de la realidad.

Del debut en Sargento Pimienta al ascenso con "Misterio"

Duarte (guitarra y voz), Otero (bajo) y Baigorria (batería y voz) se conocen desde inicios de los años noventa, mucho antes de formar Cuchillazo, cuando el baterista —algunos años mayor— dictó unas clases de nivelación al vocalista en su colegio Los Reyes Rojos. La pasión por la música los unió una década después en un proyecto en común que tomó el nombre de su álbum debut. “A nivel de génesis, fue muy importante cómo se grabó ese primer disco”, señaló Duarte.

La grabación de su primera entrega dejó en el trío cierta incertidumbre frente a lo que sucedería en el futuro. “Nadie sabía qué iba a pasar”, subrayó el guitarrista. Y parte de esa vacilación se reflejó durante su primera presentación en vivo, en el bar barranquino Sargento Pimienta. “No teníamos nombre. El concierto decía: ‘Hoy, a tal hora, rock’. Y fueron amigos y todo, y no teníamos nombre. Ese fue el principio de la banda”, recordó.

Pero ese primer disco ya tenía una certeza y un sello: el sonido pesado del grupo que se volvería más agresivo en el segundo álbum, titulado “Días negros” (2004), y llegaría con un cambio de afinación y nuevas exploraciones estéticas en el rupturista “Tecno-Furia” (2006). Para el 2005, con el estreno de “Misterio”, la banda marcó otro hito, pues se posicionaron a nivel nacional y tres canciones suyas se hicieron muy conocidas entre el público. Pese a ese éxito, Duarte relató que todavía no los llamaban a ser parte de conciertos masivos por no estar ligados a otras expresiones del rock, entonces más populares.

De allí que su participación en la sexta edición de “Vivo x el rock”, en el 2015, fuera un instante clave para ellos. “Estábamos muy nerviosos, porque no tocábamos hace mucho tiempo para tanta gente. Yo me acuerdo de los nervios, el equivocarme con las letras… regresamos a ser otra vez novatos en el tema”, comentó el músico.

La vida más allá de Cuchillazo

En el 2017, Nicolás Duarte decidió iniciar una carrera como solista, mientras continuaba al frente de Cuchillazo y otro proyecto musical denominado La Mente. Su primer disco fue “Seis canciones para el fin del mundo”, que le dieron la oportunidad de explorar una faceta más personal, con letras que iban del amor al desamor y le permitieron reconectarse con su vocación de cantautor.

Este intento por crear un espacio propio volvió a aflorar con el segundo disco, titulado “Las fiestas del olvido”, que lanzó en agosto del año pasado y se proponía explorar temas sonoros y musicales, nuevas texturas ajenas al rock característico de Cuchillazo y a la onda tropical de La Mente. “Yo quería dirigir algo mío, un tipo de música que no encajaba, pero ya no temática”, explicó.

El mismo 2020, Duarte también empezó a crear demos por su cuenta, durante la pandemia del nuevo coronavirus, que finalmente fueron reunidos bajo un tercer álbum que tituló “Relatos del aislamiento social obligatorio”. “A mí me hace sentirme mejor, libre, completamente, de poder hacer una canción romántica como ‘Hielo y fuego’ u otra como ‘Un rap cualquiera’. Sobre esa libertad estoy construyendo material nuevo”, opinó sobre su nueva etapa de solista.

¿Y qué planea ahora mismo el guitarrista y cantante? Un cuarto disco conformado por sencillos que tienen la huella de haber sido trabajados con distintos productores. “Más como un disco, lo veo como un tratado sobre la producción musical. He elegido a productores músicos que suelen tener un feedback musical compositivo con las personas con que trabajan”, adelantó. Es hora, qué duda cabe, de escribir todo de nuevo.

NUESTROS PODCASTS

"Mi novela favorita": Las grandes obras de la literatura clásica con los comentarios del Premio Nobel Mario Vargas Llosa. Una producción de RPP para todos los oyentes de habla hispana.

Lo extraordinario de “Rinconete y Cortadillo” es que transmite tanta generosidad y optimismo sobre la condición humana. La obra de hoy pertenece a las “Novelas ejemplares” de Miguel de Cervantes Saavedra y con ella reiremos junto a unos pequeños delincuentes, tipos pintorescos y mujeres desvergonzadas.