Escrito por Luis José Diez Canseco – Decano de la Facultad de Derecho y Ciencias Humanas de la UTP
La propuesta planteada por las autoridades chilenas, que apuntaría a que exista un “Pisco Perú” y un “Pisco Chile”, ha reactivado la controversia en relación con la titularidad de nuestra denominación de origen. Esta plantea la siguiente disyuntiva: Se comparte la denominación para obtener ganancias o se continúa con la controversia. Frente a ello, la respuesta es más que obvia: un rotundo no. Ella va en la línea de lo expresado por voceros gubernamentales y del sector privado en el Perú, además de que se sustenta en infinidad de razones de índole histórica, asociadas a la calidad del producto, legales y, finalmente, de principios.
En efecto, el pisco es un producto cuyo origen se encuentra profundamente documentado desde hace siglos. Los historiadores y expertos en la materia han sabido demostrar inequívocamente que tiene sus raíces en el Perú y cuya denominación corresponde precisamente a la de una ciudad al sur de Lima que lleva su mismo nombre. La historia está de nuestro lado.
Desde la perspectiva jurídica, cabe señalar que la controversia es compleja. Ha sido objeto de infinidad de negociaciones, protestas y alegaciones en diversos foros bilaterales y multilaterales; además de acciones en el marco de tratados internacionales como es el Caso de Arreglo de Lisboa relativo a la Protección de las Denominaciones de Origen y la Comunidad Andina.
Valgan verdades, hemos tenido reveses parciales en los que se reconoció al Perú la titularidad del pisco, pero salvaguardado los derechos adquiridos por terceros. También existen casos de jurisdicciones que han permitido la coexistencia en la medida que se identifique con el toponímico de nuestros respectivos países. Ello no ha desanimado a nuestras autoridades y muy especialmente a nuestra siempre profesional Cancillería conjuntamente con el INDECOPI.
El monitoreo es permanente, las alertas generan acciones inmediatas y decididas, la defensa de nuestro patrimonio es sistemático. Por ello, cada vez son más países que no acceden a la coexistencia y, en sentido contrario, reconocen que el pisco es de titularidad exclusiva del Perú.
En el ámbito legal cabe poner de relieve la muy reciente decisión de la judicatura de la India en la que señala expresamente que “Chile se apropió incorrectamente del nombre peruano Pisco y cambió artificialmente el nombre de una región que por cientos de años había sido conocida con un nombre distinto”.
En efecto, refiere a la Ley chilena de 1936 mediante la cual la ciudad de La Unión de ese país pasó a llamarse Pisco-Elqui. Esto pone de manifiesto que resulta espurio el origen de la indicación que sustenta la existencia de un “Pisco Chile”. En efecto, no puede haber una denominación de origen cuyo nombre, fundamento imprescindible para su protección, posea un origen ficticio, como bien señala la decisión de la India. Estamos frente a un triunfo de la estrategia legal de nuestro país a nivel internacional y que servirá, espero, de sustento de una ofensiva diplomática y legal para desmantelar la coexistencia de “Pisco Perú” y “Pisco Chile” que existe en 40 países del mundo aproximadamente.
Una razón ulterior se vincula con los principios. En efecto, no se puede aceptar que por ahorrar costos en procedimientos legales y tratar de obtener ganancias en mercados extranjeros se claudique de la peruanidad. Se acciona debido a que existe una obligación moral. Por ello hay que felicitar la reacción inmediata de diversos voceros del Gobierno y algunos del sector privado.
Del mismo modo, el pisco es un producto completamente diferente al que se elabora en Chile. Las propiedades organolépticas difieren radicalmente. Prueba de ello es que el pisco ha ganado infinidad de concursos internacionales de bebidas espirituosas. Cabe señalar que en el hipotético, negado e inadmisible caso que se aceptara que acordara la existencia de “Pisco Perú” y “Pisco Chile”; ello generaría un daño irreparable a nuestra industria pisquera puesto que el aguardiente de nuestro vecino del sur podría ingresar a los mercados que Chile tiene cerrados actualmente debido a la tutela jurídica que ha llevado a cabo sistemáticamente nuestro país a lo largo de muchos años, además de que le abriría las puertas de nuestro propio mercado.
Finalmente, y en materia de principios, los exportadores peruanos deben reflexionar si resulta correcto que cambien o eliminen la denominación Pisco para ingresar en el mercado chileno. De otro lado, todos los peruanos deben evitar y no permitir que se emplee la expresión “Pisco Perú” o “Pisco peruano” -como lamentablemente muchos lo hacen- sin percatarse que al hacerlo están reconociendo que existe pisco en otras latitudes.
El pisco es pisco y es peruano.
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