Amor desmedido por el prójimo. Dolor por quien sufre. Necesidad de ayudar al necesitado. Ser un peruano camiseta es, sobre todo, pensar en los demás. ¿Qué hace que alguien se desprenda de sí mismo para dedicarle su tiempo a los demás?
Los psicólogos dicen que depende del nivel de conciencia. Otros creen que es la voluntad natural de comprometerse con la propia vida. A este proceder se le llama solidaridad, la misma es una acción de auxilio, apoyo o ayuda que busca el bien común.
Esta es la historia de Sandra Pasco, una joven cajamarquina de 27 años quien decidió estudiar derecho en la Universidad de San Marcos dejando atrás su querida provincia de San Ignacio, ubicada a 1 130 kilómetros de Lima.
Cuando escuchó que se decretaba el estado de emergencia y la cuarentena a nivel nacional a causa del coronavirus, lo primero que pensó fue en aquellos que a diario veía pedir comida en los restaurantes y dormían en la vía pública.
“Recordé a la gente que duerme en la calle en la avenida Nicolás de Piérola y pensé: ahora que van a cerrar todo no tendrán dónde ir a pedir comida”, dice Sandra. Fue así que decidió llamar a quienes fueron sus compañeros en San Marcos. Convocó a sus compañeros de trabajo y formó una comunidad de 60 personas unidas por un grupo de Whatsapp. Cada uno aportaba lo que podía a los más necesitados.
“Primero fueron tres platos de comida y terminamos preparando 30 almuerzos diarios que se repartían con los más ancianos”, comenta Sandra, también creó una página en Facebook con el nombre: “Por una cuarentena sin hambre”. A través de esta red social también empezaron a llegar las donaciones y tuvo que abrir una cuenta bancaria para que la gente pueda donar.
“Gracias a las donaciones hemos logrado distribuir canastas de alimentaos por un valor de 50 soles con lentejas, arroz, fideos, atún y otros productos” señala Sandra. Las distribuyen a zonas donde las personas todavía no pueden cobrar el bono solidario y donde los alcaldes no son capaces de entregar alimentos. Estamos hablando de gente sin trabajo, enfermos crónicos y vendedores ambulantes que se ven beneficiados con esta iniciativa ciudadana.
Hermanas solidarias
En el centro histórico de Lima, en medio del anonimato y la discreción, 30 hermanas nazarenas carmelitas dan su vida sirviendo al desvalido, los que pasan hambre y los niños de zonas empobrecidas.
Lo hacen a través de un comedor popular, que funciona hace más de 20 años en la avenida Emancipación 580. Allí preparan 200 desayunos y 500 almuerzos diarios. Atienden de lunes a sábado y los asistentes aseguran que en el comedor se multiplican los panes, porque nadie se queda sin recibir sus alimentos.
Maura, Milagros y Sonia, las hermanas nazarenas carmelitas administran el comedor y reciben apoyo de las voluntarias, que con su aporte desinteresado hacen que todo funcione. Paola es una de ellas, bordea los 70 años y también está involucrada con la educación de los más pequeños. “Me encargo de 150 niños, cuyas familias son de bajísimos recursos y aquí los hacemos participar en talleres donde aprenden a conocer, respetar y practicar los valores humanos”, señala.
El comedor se sostiene con donaciones de particulares y los ingresos que genera el museo de las nazarenas, las limosnas del templo o lo que produce la tienda de materiales religiosos.
El alcalde de Lima, Jorge Muñoz, conociendo la labor de las hermanas nazareenas, dispuso aumentar a 2000 raciones diarias el aporte alimentario. Esto gracias a la Universidad San Ignacio de Loyola y la Beneficencia Metropolitana de Lima.
Sacerdote solidario
Otro peruano camiseta es el padre Omar Alonso Sánchez, de 53 años, que se ordenó sacerdote en 2000 y desde hace 25 años trabaja en proyectos sociales. Él es párroco de la parroquia Santa María de Villa María del Triunfo. También dirige la Asociación de la Bienaventuranza que acoge a 247 niños, niñas, adolescentes, adultos y adultos mayores con habilidades especiales. Muchos de ellos presentan enfermedades psiquiátricas y han sido rescatados de la calle.
Al día siguiente de anunciarse el estado de emergencia, creó una campaña llamada “Comparte tu pan con el hambriento”. “Hemos repartido, hasta la segunda semana de mayo, 127 mil canastas”, señala el padre Sánchez. La iniciativa ha calado en distritos y regiones del país: como San Juan de Miraflores, Pucusana, Cañete, Huancavelica o Tarma.
Todos estos ejemplos de solidaridad en momentos difíciles y pensar en el otro en situaciones de emergencia son ejemplos de peruanos camiseta. Personas que se preocupan más en el otro dentro de la pandemia.
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