Ejercer castigos físicos o humillantes para “corregir” a los hijos es considerado maltrato infantil y trae graves consecuencias en la salud mental de los más pequeños. A largo plazo, lo hace más propensos a sufrir de depresión, obesidad y alcoholismo.
Todos los niños tienen derecho a vivir en un entorno familiar seguro que proporcione un ambiente libre de violencia, con el fin de mantener su bienestar físico y psicológico. Esto aplica también a la forma en que se les educa no solo en los colegios, sino también en casa.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 40 millones de niños sufren violencia en el mundo, parte de ella es perpetrada incluso dentro del hogar. En el caso peruano, el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (Mimp) reporta que, de enero a septiembre de 2019, se han registrado cerca de 40 mil casos de violencia psicológica, física y sexual a menores de edad.
Para muchos padres enseñar aplicando golpes y castigos es algo normal; sin embargo, esto afecta la salud mental de sus hijos. Sobre esto, el Mimp indica que los adultos ejercen principalmente dos tipos de castigos con el fin de “corregir” a sus hijos, esto son los físicos y los humillantes, siendo ambos totalmente perjudiciales para los niños y niñas.
Dentro del castigo físico ingresan las agresiones con correas, zapatos, cucharas, así como los azotes, las cachetadas y los jalones. En el caso de los castigos humillantes, aunque no dejan huellas físicas, sí afectan la salud mental y autoestima del niño con comentarios denigrantes como “no sirves para nada” o “eres un burro”, las cuales lo asustan, ridiculizan y amenazan.
Los castigos tienen serias consecuencias
Diversos estudios han comprobado que el castigo físico no mejora ni corrige conductas en la niñez, al contrario, tienen consecuencias adversas e incluso puede dejar huellas a futuro. La OMS resalta que el maltrato infantil causa estrés y se asocia a trastornos del desarrollo cerebral temprano, pudiendo alterar los sistemas nervioso e inmunitario.
Para la Defensoría del Pueblo, aplicar el castigo físico o el humillante inculca en el niño la tendencia a relacionar el amor con la violencia, pues son las personas que deben amarlo, quienes causan daños en él. Además, les enseña a resolver los problemas con violencia, afectando también sus relaciones sociales.
Las consecuencias a largo plazo también son preocupantes, pues los adultos que han sufrido maltrato en la infancia corren mayor riesgo de sufrir problemas conductuales, físicos y mentales. Por ejemplo, son más propensos a involucrarse en actos de violencia, a tener embarazos no deseados, a sufrir de depresión y obesidad, y a consumir tabaco, alcohol y drogas.
¿Cómo corregirlos?
En vez de optar por castigos, Unicef recomienda que el adulto responsable aplique los tres puntos siguientes:
- Explicar claramente la conducta apropiada a seguir.
- Dejar en claro las normas sobre lo que no se debe hacer.
- Mostrar aprobación ante conductas buenas.
Adicionalmente, se recomienda recurrir al diálogo, establecer normas de convivencia claras y llegar a un acuerdo con los hijos sobre la sanción que deberían recibir en caso de un mal comportamiento. Con esto, no solo aprenderán de una mejor manera, sino que también sentirán mayor confianza y seguridad al enfrentar nuevas situaciones, tanto en su vida infantil como en su vida adulta.
Para conocer más sobre las consecuencias del castigo, puedes escuchar el podcast del Canal DIT aquí:
Comparte esta noticia