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¿Cambio de Constitución, para qué?, por Alberto Beingolea

Me preguntan si estoy de acuerdo con hacer una nueva Constitución y yo repregunto: ¿para qué? ¿Es acaso la Constitución culpable de los problemas que afectan a los peruanos o lo son por el contrario los malos gobiernos que hemos tenido, incluido el presente?

Alberto Beingolea es candidato del PPC.
Alberto Beingolea es candidato del PPC. | Fuente: Difusión

Cambio de Constitución es el grito que triunfó en la Venezuela de Chávez y que, exportado a otros países de América Latina, ha llegado al Perú.

No conozco país desarrollado que haya tenido muchas constituciones. Tenerlas es más bien uno de los signos del sub desarrollo político en el que se encuentra lamentablemente el Perú, en donde en 200 años de historia, hemos tenido ya doce.

Eso poco importa a las fuerzas de izquierda, quienes quisieran imponer sus ideas estatistas y colectivistas. Alguna vez lo hicieron y la economía peruana fue un desastre. Su inflación gigantesca hizo que el trabajo y el sueldo de los peruanos no valieran nada, reinaron el desabastecimiento y el hambre. Ahora estamos en peligro, porque las izquierdas serán incapaces de hacer un buen Gobierno, pero hay que reconocer que son buenas para salir a las calles, explotar el justo malestar popular y direccionar la protesta, en este caso, hacia la demanda de una nueva Constitución.

El objetivo es destruir el actual capítulo económico, bajo el cual, el PBI creció aproximadamente 5% anual; la inflación cayó y se mantuvo en un promedio de 2.6% anual, de las más bajas de la región; la pobreza, que antes abarcaba al 58.7%, bajó al 20.2% y la extrema pobreza descendió de 16.3% al 2.9% de la población peruana.

Las exitosas cifras macroeconómicas son evidentes. La nueva Constitución que promueven las izquierdas, nos regresaría al infierno del pasado.

Los ejes centrales del diseño constitucional económico de 1993, que permitieron nuestro crecimiento son:

  1. La autonomía del BCR, clave para mantener el equilibrio.
  2. La igualdad de trato a las inversiones nacionales y extranjeras, lo que permitió atraer capitales, escasos en el Perú, para generar trabajo y
  3. La eliminación de la iniciativa de gasto al Congreso (aunque el actual no lo entiende).

Y estos son precisamente los puntos que la izquierda retrógrada quiere eliminar, con lo que terminaría el crecimiento económico nacional y nos asemejaríamos a la Venezuela de hoy.

Es cierto sin embargo que esta mejora económica peruana no se ha traducido en progreso sostenido para todos. Son evidentes las brechas en salud y educación, la falta de un buen trabajo y la inseguridad. Pero eso no es debido a la Constitución, sino más bien, a la mala aplicación de ella. El modelo de la Economía Social de Mercado, que la Constitución peruana consagra, tiene los mecanismos suficientes para asegurar el desarrollo de todos, pero para ello, el Estado debe cumplir su rol regulador, fiscalizador y allí donde haga falta interventor. Eso no ha ocurrido. No falló entonces la Constitución, fallaron los Gobiernos. Por tanto, no hay que cambiar la Constitución, hay que cambiar los Gobiernos, porque los que hemos tenido han impedido, por corruptos o ineficientes, que el Estado haga su trabajo.

Para repartir la riqueza con justicia, necesitamos, primero, que haya riqueza; y cambiando la actual Constitución económica por una colectivista, desapareceríamos esa riqueza, con lo que ya no habría qué repartir. Por el contrario, hay que aplicarla bien, fortaleciendo las instituciones, eliminando la corrupción y recuperando valores.

No obstante lo anterior, pensamos que sí hace falta actualizar y corregir algunos artículos, fundamentalmente para perfeccionar el aparato del Estado, generando mejores condiciones para la gobernabilidad: instituir el voto voluntario, eliminar el transfuguismo, reponer el Senado, instaurar el juicio de residencia para los Presidentes al terminar su mandato y aclarar conceptos como la incapacidad moral o la forma como manifiesta su voluntad el Congreso, para evitar interpretaciones de negaciones fácticas y así impedir que se repita este caótico quinquenio que felizmente termina, en el que los partidos que pusieron Presidentes y los que integraron el Congreso, han sido, todos, responsables.

Reemplazar la Constitución por el modelo que proponen los grupos de izquierda, eliminaría puestos de trabajo, aumentaría la delincuencia e impediría lograr una educación de calidad, precisamente todo lo contrario a lo que nosotros planteamos, que es chamba, seguridad y educación. Vamos a cambiar el Perú. Hagámoslo juntos.

NOTA: “Ni el Grupo RPP, ni sus directores, accionistas, representantes legales, gerentes y/o empleados serán responsables bajo ninguna circunstancia por las declaraciones, comentarios u opiniones vertidas en la presente columna, siendo el único responsable el autor de la misma.

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