Para detener una epidemia de origen viral, hay que concentrarse en frenar la transmisión del virus. La idea es controlar la epidemia, y para ello se debe reducir la aparición de casos nuevos a mínimos manejables. Para lograr esta meta, se deben realizar una serie de acciones.
- Se necesita pruebas moleculares masivas para identificar temprano a los infectados y a sus contactos.
- Se debe priorizar la atención primaria de la salud para descongestionar hospitales.
- Se requiere pagar dignamente a los profesionales de la salud, saldar sus adeudos y recontratar a los trabajadores cuyos contratos no se renovaron.
- Es indispensable equipar los hospitales con plantas propias de oxígeno medicinal, aumentar las camas hospitalarias y las camas UCI.
- Implantar un programa intensivo de vigilancia genómica debe ser una prioridad, para detectar anticipadamente la aparición y movimiento local y regional de variantes conocidas, así como las ya circulantes.
- Apenas empiece el ciclo natural de descenso de los casos al término de la segunda ola, se deberá empezar a restaurar la capacidad diagnóstica y hospitalaria y prepararnos para enfrentar una posible tercera ola, esta vez en mejores condiciones. Es importante alcanzar un nivel de preparación y mecanismos de alerta que nos permita neutralizar todo brote, mediante la identificación temprana y masiva de infectados, así como de confinamientos muy focalizados y limitados en el tiempo y la geografía.
- Finalmente, debemos realizar una campaña de vacunación universal en nuestro país.
La gestión de la pandemia en el Perú ha sido una de las peores en el mundo. Esto se afirma observando los resultados. El Perú hacia agosto del 2020, en el pico de la primera ola, fue el país que más decesos por millón sufrió y además el que tuvo la mayor caída del PBI en el mes de abril del 2020.
Ello es un reflejo de varios factores: a) La incapacidad para detectar a tiempo los casos nuevos de infección que impidió que se pueda cortar la cadena de contagios. Esto permitió que el sistema de salud, de por sí ya deficitario, se saturara antes de tiempo; esta falta de atención médica provocó el incremento tan alto de la letalidad por la Covid- 19 en el Perú.
Cuando Perú llegó a superar los 1,000 decesos por millón de habitantes, el siguiente país en el mundo con gran mortandad tenía 700 muertos por millón. En otras palabras, hubo 300 peruanos por millón que, de haber enfermado de Covid-19 en cualquier otro país, hubieran podido sobrevivir. En números absolutos, esto significa que unos 10,000 peruanos no tuvieron por qué morir. Países muy pobres y con capacidad y calidad hospitalaria mucho peor que la del Perú, en todos los continentes, tuvieron mejores resultados que en nuestro país.
El error inicial del gobierno en el 2020, fue haber usado las pruebas de laboratorio equivocadas para detectar el virus. Se compró y usó millones de las llamadas pruebas serológicas rápidas (que no detectan virus) y no se compró las pruebas moleculares PCR que permiten detectar el genoma viral y así marcar la presencia activa del virus y no la de anticuerpos. Ello impidió que se pudiera cortar la cadena de contagios y por ello se sobresaturó muy rápido la ya precaria capacidad hospitalaria.
Otro grave error fue el no haber notado que, la neumonía era la consecuencia inmediata de enfermar por la Covid-19. Es así que, no se previo la necesidad de contar con suministros suficientes de oxígeno medicinal. Inclusive, sabiéndose ya a mediados de 2020 que el oxígeno era esencial no se invirtió en dotar a los hospitales de plantas propias generadoras de oxígeno, ni se compró equipos concentradores móviles de bajo costo.
No podemos retroceder el tiempo, sin embargo sí debemos aprender de estos errores, para evitar que más peruanos se vean afectados.
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