Maritza Figueroa, doctora en psicología, abordó el tema de la ira y su impacto en nuestras relaciones más significativas, destacando cómo esta emoción, que considera básica y universal, puede influir en nuestras vidas.
La ira es una de las emociones más poderosas y difíciles de manejar que experimenta el ser humano. Puede surgir ante situaciones que percibimos como injustas, frustrantes o amenazantes. Aprender a reconocer y controlar la ira es fundamental para mantener relaciones saludables y tomar decisiones conscientes en momentos de tensión.
La doctora en psicología Maritza Figueroa destaca que la ira es una emoción básica y universal en el repertorio de emociones del ser humano. Menciona que la ira puede ser adaptativa en ciertas situaciones, ya que nos ayuda a identificar situaciones que percibimos como injustas o amenazantes.
Sin embargo, indica que la ira deja de ser adaptativa cuando esta se convierte en un comportamiento anómalo y descontrolado, afectando negativamente a la persona y a su entorno, lo cual trae consigo efectos negativos en la fisiología y la salud del organismo.
¿Cuáles son las señales que nos indican que estamos experimentando un nivel elevado de ira?
La especialista en psicología menciona que este proceso puede abordarse desde dos ángulos: la autoevaluación y la evaluación del entorno que nos rodea.
- La autoevaluación personal es fundamental para reconocer los signos de un aumento en los niveles de ira. Al observar nuestras propias emociones, reacciones y comportamientos, podemos identificar patrones de irritabilidad y agresividad que podrían indicar un estado de ira elevado.
- La evaluación de nuestro entorno social puede proporcionar una perspectiva externa invaluable sobre nuestro estado emocional. Los comentarios y observaciones de amigos, familiares o compañeros de trabajo pueden servir como indicadores objetivos de nuestra ira.
Figueroa señala la existencia de una guía informativa para evaluar nuestro nivel de ira: las 'Pautas para el manejo de la ira' de la Universidad de Ciencias Aplicadas (UPC). Esta guía incluye una evaluación diseñada para que las personas puedan identificar si experimentan un exceso de ira, si tienen dificultades para manejar su enojo y en qué medida pueden perder el control de sus emociones.
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¿Cómo podemos identificar cuándo estamos experimentando un nivel alto de ira?
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¿Cómo podemos canalizar nuestra ira de manera efectiva para evitar estallar de rabia?
Uno de los enfoques claves radica en la reflexión sobre los desencadenantes de nuestra ira. La especialista recomienda examinar detenidamente las situaciones que nos desbordan emocionalmente, identificando qué elementos específicos nos llevan al borde del descontrol.
"Debemos ubicar qué tipo de situación se trató, para que podamos identificar qué es lo que nos enoja al punto de perder el control. ¿Qué cosa, qué elementos, qué aspectos de una situación o de una relación nos enojan? Esto nos permitirá anticiparnos y prepararnos frente a esa situación", mencionó.
Figueroa enfatiza la importancia de trabajar en nuestra capacidad para calmarnos, sugiriendo prácticas como ejercicios de relajación y actividad física aeróbica. Estos ejercicios no solo contribuyen a controlar la respuesta fisiológica del organismo, sino que también fortalecen nuestra capacidad para mantener la calma en momentos de tensión.
Así, al analizar la situación detenidamente, podemos identificar las causas que originan nuestra ira. Una vez identificados estos desencadenantes, estamos en posición de anticiparnos y abordar estas situaciones de la manera más efectiva y constructiva.
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1ra recomendación para poder canalizar nuestra ira
Otro punto que menciona Maritza Figueroa sobre cómo canalizar la ira es detenerse ante las situaciones que desencadenan nuestra rabia. Figueroa enfatiza la utilidad de anticiparse a las situaciones que desencadenan nuestra ira, sugiriendo técnicas como decir en nuestra cabeza "Para", "Piensa". Estas acciones permiten un espacio para la reflexión y el autocontrol antes de reaccionar impulsivamente.
Sin embargo, Figueroa también subraya la relevancia de actuar en el momento. Cuando la ira se torna fuerte, la especialista aconseja abandonar temporalmente la situación. "Parar es importante, parar permite pensar", señala la psicóloga.
Reconocer las señales de alerta es fundamental: cuando la persona afectada por nuestra rabia nos pide que dejemos de gritar o nos indica que estamos causando daño, es momento de detenerse. Estas son palabras clave que nos recuerdan la necesidad de controlar nuestras emociones y evitar dañar a los demás.
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2da recomendación para poder canalizar nuestra ira
¿Qué impacto tiene la ira en nuestra salud física y emocional?
La ira puede desencadenar una serie de daños en nuestro organismo, tanto a nivel físico como emocional. A nivel físico, la ira crónica o intensa puede ser un factor de riesgo para el desarrollo de problemas de salud graves, como enfermedades cardíacas, hipertensión arterial, trastornos gastrointestinales e incluso afecciones dermatológicas.
Un estudio publicado en el Journal of the American Heart Association, revela que la ira puede tener un impacto negativo en la función de los vasos sanguíneos, provocando que estos se cierren hasta por 40 minutos. Este fenómeno explica por qué la ira y la cólera pueden aumentar el riesgo de sufrir infartos cardíacos y derrames cerebrales.
En el ámbito emocional, la ira descontrolada puede desencadenar estrés crónico, ansiedad, depresión y problemas en las relaciones interpersonales. Además, la expresión inapropiada de la ira puede causar daños psicológicos tanto en uno mismo como en los demás, generando sentimientos de resentimiento, culpa y una sensación de alienación.
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