El pasado 7 de mayo falleció Mark Lalonde, el exministro de salud de Canadá. En 1974, el citado político revolucionó la forma en que el mundo comprende la salud, al indicar que está condicionada por cuatro factores: los estilos de vida, el medioambiente, los aspectos biológicos y los servicios de salud. En 1996, el doctor e investigador israelí Aaron Antonovsky apuntó en el mismo sentido, enfatizando que la salud se gana o se pierde donde se nace, crece, trabaja, se recrea y también donde se ama. En otras palabras, la salud no solamente se puede entender como la ausencia de enfermedad, sino que está condicionada por un conjunto de determinantes sociales vinculados con el medio donde se vive.
Los determinantes sociales de la salud (DSS), dice la Organización Mundial de la Salud (OMS) son "las circunstancias en que las personas nacen, crecen, trabajan, viven y envejecen, incluido el conjunto más amplio de fuerzas y sistemas que influyen sobre las condiciones de la vida cotidiana". Para la OMS, estas fuerzas incluyen sistemas económicos, políticos y normas sociales.
Los lentes conceptuales de los determinantes sociales de la salud son un dramático indicador que muestra la real situación de los peruanos, más allá de las cifras macroeconómicas. El dengue es un ejemplo claro.
¿Cuáles son los determinantes sociales primordiales para la prevención de esta enfermedad? En el 2014, el Ministerio de Salud aprobó el documento técnico "Acciones de Promoción de la Salud para la Prevención del Dengue a través del Abordaje de los Determinantes Sociales de la Salud". En él se identifican dos factores críticos para luchar contra este mal.
El primero recalca que las estrategias serán mucho más efectivas si la ciudadanía no requiere almacenar agua en reservorios. En otras palabras, el dengue es una muestra dramática que un vasto porcentaje de la población no tiene acceso a servicios básicos de agua ni desagüe domiciliario. Segundo, para combatir esta enfermedad es imprescindible la existencia de un sistema efectivo y seguro de recojo de desperdicios y disposición de residuos sólidos. Vale decir, si la población tira la basura de cualquier manera, se agravará el cuadro epidémico por la propagación de criaderos.
No obstante, el avance incontenible de dengue no es un caso aislado. Enfermedades como la tuberculosis (TBC) y el coronavirus también se explican desde la óptica de los determinantes sociales de la salud. La TBC tiene un fuerte componente de desnutrición, hacinamiento de la vivienda y paupérrimas condiciones laborales y de transporte. Sobre este punto es importante recordar que el Perú tiene la segunda tasa más alta de incidencia de TBC en las Américas, solamente detrás de la devastada Haití. En relación con el coronavirus, la enfermedad exhibió en su real magnitud las condiciones de vida de un importante número de peruanos, convirtiéndonos en el país más golpeado del mundo por la Covid-19.
A manera de conclusión, la creciente propagación de enfermedades como el dengue, la TBC o el coronavirus muestran claramente que los determinantes sociales de salud en el Perú están en una situación lamentable. En los últimos treinta años, poco y nada se ha avanzado en estas dimensiones que efectivamente tienen un real impacto en el bienestar y la calidad de vida de la ciudadanía. Es imprescindible que el nuevo gobierno no solamente se enfoque en la macroeconomía, sino que también priorice, vía políticas públicas, la mejora de los determinantes sociales de la salud.
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