Muchas veces, cuando escuchamos del éxito o emprendimientos de otros, nos decimos cosas como “Uff. Eso es algo que yo quisiera hacer en algún momento”
Solemos cargarnos de “algún día lo haré” y distanciarnos de nuestro objetivo con una lista perfecta de excusas a las que denominamos razones como: necesito más información, dinero, experiencia, tiempo, y un inventario interminable de etcéteras.
De pronto, nos damos cuenta de que la distancia entre “algún día” y “el presente” es cada vez más pequeña y nuestro armario mental de excusas empieza a quedar sin sentido ya que el objetivo nos va gritando, cada vez más fuerte, que nos movamos a la acción. Empezar a actuar ahora es la mejor manera de asegurarnos que esa idea, proyecto u objetivo no quede en el país de nunca jamás.
Recuerdo claramente que al salir del colegio no tenia idea de qué estudiar o cuáles serían los siguientes pasos en mi vida. Así que, mientras decidía, ejercí como secretaria durante 9 años, siempre con la idea de “algún día” estudiar una carrera universitaria.
Pasaron nueve años de vivir en “algún día”. Tenía 26 y seguía sin saber qué quería estudiar, a qué quería dedicarme ni qué quería ser. A decir verdad, solo estaba dormitando mi vida y mi profesión por un sueldo sin disfrute. En este contexto me proponen un ascenso con la condición de que me comprometa a estudiar una carrera. Sin darme cuenta, dejé de vivir en “algún día” y empecé a actuar.
Ese primer paso me permitió encontrar nuevos horizontes y posibilidades, hasta que finalmente encontré mi vocación. Soy coach, y no imagino mi vida haciendo otra cosa (¡no porque no pueda, sino porque no quiero!). Llegar a este punto implicó decidir que “algún día” es hoy.
No se me ocurre decir que fue fácil. Nací negada para los números y estudiar administración no fue fácil. Pero lo volvería a hacer pues las lecciones que me dejó el haber echado a andar el engranaje de mi vida profesional fueron maravillosas y comparto algunas a continuación:
- El poder del equipo: Si no fuera por mis amigos de la universidad, creo que mi paso por ella no hubiera sido posible. Nos respetábamos y nos cuidamos haciendo lo difícil más llevadero.
- Mi red de soporte: Mi esposo nunca se quejó de mis ausencias ni de mi eterno cansancio. Las veces que me caí y quise patear el tablero estuvo ahí para ponerme de pie y hacerme avanzar.
- Perder para ganar: Mi sobrina nació cuando estaba en tercer ciclo. Al terminar la universidad fui a visitarla y no puedo dejar de conmoverme al recordar que caminó hacia mí y preguntó: ¿Quién es? Yo me perdí sus primeros pasos, sus primeras palabras y no me reconocía. Ahora me tocaba a mí construir esa relación que hoy es hermosamente sólida.
- Creer en mí: Fueron años muy difíciles, enfrentada con mis debilidades académicas y lidiando con un trabajo que no disfrutaba. Sin embargo, al terminar la universidad decidí hacerme mi primer y único tatuaje para recordarme que ¡soy capaz de hacer aquello que me propongo!
Ciertamente, existe el mañana. El problema es que hablamos de “algún día” como un mañana fofo, irreal y ambiguo. Cualquiera sea ese proyecto que ronda tu mente, decide emprenderlo hoy o deja de pensar y hablar de él. Porque llenar tu cabeza de excusas solo te genera frustración y bloquea posibilidades.
Cuando algo en tu cabeza grita que quiere salir es porque de “algún día no” es el momento para vivir en coherencia con tu potencial y tus valores. El momento es hoy.
Cierro este post con una frase de Paulo Coelho que me inspiró a escribirlo “Un día despertarás y descubrirás que no tienes más tiempo para hacer lo que soñabas. El momento es ahora, actúa”.
En lo personal, estoy por concluir la maestría… Este “algún día” me tomó 3 años decidirlo y así vendrá otro “algún día” que retumbará en mi cabeza hasta que decida abrirle la puerta para aprender y evolucionar.
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